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Con 25 años decido ser ginecóloga
Yo tenía 25 años cuando pasé por los partos y vi nacer a los bebés. Me quedé extasiada, me dije: «Esto es un milagro», y me iba a todos los partos que podía a acompañar a las matronas porqué me parecía mágico que de un vientre, de una relación naciera un bebé de esa manera. Los partos espontáneos eran una maravilla. Y allí yo me involucré muchísimo en el nacimiento, y al terminar mi primer año de especialidad dije: «Nada, yo quiero ser ginecóloga…»
La importancia de un nacimiento sin violencia
Me llegó el libro de Leboyer El nacimiento sin violencia cuando estaba en el último curso de mi formación universitaria y me quedé alucinando.
Empecé a hablar con matronas que hacían un poquito de preparación al parto porque, claro, ni los papás entraban a los paritorios ni nada, y las madres estaban solas, igual estaban allí con los goteros puestos, las contracciones y las pobres mujeres allí respirando solas. Yo muchas veces me quedaba con ellas, me decía: «¿y esto? Esto es un horror». A mi todo eso me hizo reflexionar mucho, de cómo poder ayudar a que el parto fuera de otra manera.
En Mallorca, con mi plaza en la sanidad pública, empecé a organizar todos los nacimientos en casa porque la gente me lo pedía. Iba a clases de yoga y allí las embarazadas me decían, «¿y no me ayudarías a parir en casa?»
Así empecé… En el primer parto que yo ayudé en casa, no había trabajado previamente con la pareja y me dije: «Aquí vamos a crear grupos». Y así, desde el principio ya trabajé con los grupos antes del nacimiento.
Yo estaba en un puente entre mi aprendizaje hospitalario y mi responsabilidad en un parto en casa como partera yo sola.
En el hospital estábamos acostumbrados a que los expulsivos durarán poquísimo, sin posibilidad de conexión entre la madre y el bebé, sin una respiración consciente ni un acompañar consciente; todo era a mata-caballo, entonces claro, el bebé podía sufrir en ese momento.
Sin embargo, desde mi experiencia, en una apertura final cuando la madre está consciente, cuando acompaña, cuando el bebé es masajeado por toda la musculatura pélvica de la mujer, por toda la respiración, los bebés no sufren cuando nacen; los partos son espontáneos y saludables.
Me formé en antigimnasia a partir del trabajo que hacía sobre mi cuerpo yo misma, y porque me pareció un trabajo muy interesante para aprenderlo y aplicarlo a las embarazadas, porque yo hasta entonces hacía yoga con las embarazadas.
Pero todo el trabajo de la respiración tan consciente, de los estiramientos, de la oxigenación, todo el trabajo pélvico, me gustó mucho y me pareció muy interesante para aplicarlo de cara al parto.
En Mallorca también estuve trabajando en un centro de planificación familiar municipal. Allí se trabajaba mucho la sexualidad y todo lo que tenía que ver con separar el placer de la maternidad porque hasta entonces las mujeres estaban para parir hijos, no para sentir placer.
Entonces, la conjunción de todas esas cosas me llevó a decidirme por hacer un trabajo reichiano.
Ví la importancia que tiene que, después del parto, las mujeres estén con otras mujeres, las parejas estén con otras parejas y hablen de algo muy concreto que es todo lo que ocurre en el devenir de la crianza, que no tiene nada que ver cuando los niños son más mayores.
Justo en ese momento de puesta en marcha de ese trabajo fue cuando conocí a Ramón.
Ramón tenía su trayectoria, yo tenía la mía. Yo empecé aquí en en el País Vasco poniéndome en contacto con matronas y creando también grupos con las embarazadas y asistiendo en los nacimientos en casas aquí… Al principio hacía antigimnasia con mujeres y eran unos grupos preciosísimos, cuántas veces me he encontrado con ellas y me lo dicen…
Mi primer embarazo fue un aborto, subí al hospital y me trataron fatal. Llegué con tanto dolor que escribí un artículo denunciando el maltrato a la mujer, que no había derecho, en esos momentos tan delicados, que no te tuvieran en cuenta… Y a partir de ahí me cerraron la entrada a los paritorios. Y, claro, eso complicó mi labor profesional porque yo seguía atendiendo partos en casa.
Tras el nacimiento de Ibai [su primer hijo], empiezo a trabajar con Ramón. Introducir al hombre en un grupo de madres de crianza me parecía muy importante.
Cuando observas a un bebé que nace de un parto saludable, en el que ha habido un contacto entre la madre y el bebé, te das cuenta cómo funcionan los primeros niveles, cómo el bebé abre los ojos, cómo mira, cómo hay una buena succión, cómo hay un relax en la nuca, cómo suelta la cabecita y se abandona después del placer, está tranquilo, pide cuando lo necesita, cómo necesita el contacto al principio, mucho, cómo luego también poquito a poquito va buscando sus espacios, estar más separado…
Yo en mis estudios no había aprendido nada sobre asistencia preventiva, nada sabía de la importancia de cómo, después de un parto traumático, hay que recuperar el vínculo en un periodo crítico biofísico como ése, en esos primeros momentos trascendentales de la vida.
Pero hemos aprendido sobre la importancia de ese vínculo y de esa relación, de ese acompañamiento al ecosistema que ha sufrido tanto después de un parto traumático. Este acompañamiento que realizamos sí que es algo nuestro, junto a la escuela reichiana evidentemente, que hemos desarrollado a lo largo de los años y que es un placer transmitir porque es importantísimo.
Lo hermoso de todo esto es que en los bebés las tensiones se liberan tan fácil que permites enseguida restablecer ese vínculo y restablecer la relación con la madre… Hoy en día añadimos muchas más cosas porque vivimos en semejante vorágine que pocas parejas pueden tomar ese tiempo para acompañar a sus criaturas, realizando ese papel del padre y la madre… En ese sentido qué importantes son los grupos porque muchos se sienten muy perdidos.
No es lo mismo una madre que se va a trabajar cuando su bebé tiene un mes que una madre que se va a trabajar cuando su bebé tiene un año, porque cuando su bebé tiene un año la tiene integrada, la tiene reconocida, y puede estar con otras personas unas horas sin ver a su madre. Y eso sería muy importante que lo pudiéramos transmitir de una forma saludable a los gobiernos, ¿por qué favorecer la escolarización de 0 a 6 meses si entonces es cuando hay que favorecer a la madre y considerarlo un trabajo, ya que de ello depende el futuro de la humanidad: dar firmeza a esa relación bien entendida, dar firmeza y seguridad a ese ser?
Fijaros la tendencia actual de ponerse a trabajar y dejarlos en las cunas con un teléfono o con un vídeo, cuando todo el proceso de maduración lo pone en marcha la relación… En los años 80 éramos los hippies los que hacíamos eso, ahora nos avala la neurociencia.
Me acuerdo de un bebé que había estado un tiempo en la incubadora y me llamaron porque querían que le masajeara. No se me puede ir la imagen de la cabeza, cómo lloraba y qué cara de angustia nada más tocarle. Claro, imagínate un bebé que ha estado tanto tiempo en una incubadora, sin contacto alguno en un tiempo tan crítico… Yo he intentado en mi práctica activa profesional que el trabajo con los bebés y las incubadoras se modifica en los hospitales. En el hospital de Mendaro la mayoría de matronas han pasado por mis manos o por nuestras manos, y hay un cambio espectacular. Pero en neonatos no lo hemos conseguido, y mira que nos avala la ciencia… Lo de neonatología es tremendo.
Hay algo que he aprendido en mi trabajo que también me lo han transmitido. Y es que cuando empiezas a estudiar, vas con la teoría toda virgen; y con el paso de los años te vas flexibilizando… Yo en eso he cambiado muchísimo, igual porque mi carácter es así. He dicho las cosas con esa fuerza que he tenido siempre… ahora porque estoy hecha una mierdica… Pero la gente que me ha conocido en los dos momentos me ha dicho: “Jo, Cristina, es que ahora, dices lo mismo, pero lo dices de otra manera”.
En la sanidad pública, en la consulta, yo hacia mucho trabajo de prevención. Por ejemplo, recuerdo a una mujer de Honduras. Le tenía que hacer un tacto por algún motivo y, cuando le iba a hacer el tacto vaginal…una cara de terror… Esta mujer qué habrá vivido, me pregunté. Me paré, la recogí, le pregunté, “¿qué te ha pasado?” Y me dice: “doctora, me violaron terriblemente”, y digo “pues esto lo tenemos que hablar porque esta imagen va a venir cuando vaya a venir tu bebé. Esto ya forma parte de tu pasado, yo ahora te voy a hacer un tacto y vas a estar conmigo, vas a sentir que no sientes ese dolor que llevas tan profundo…”. Esta mujer tuvo una epidural, pues en ella era necesaria, era importante que no estuviera tan disociada en el momento del parto con su bebé y que no lo viviera como un proceso tan terrible…
Fue en Mallorca… Era el segundo hijo de esa mamá. Esa mujer se tomó su tiempo para la apertura final… aquella mujer respiraba, acompañando, la cabecita estaba allí… Yo allí contacté con mi angustia. Y entonces me dije: «Yo esto lo tengo que trabajar, yo no puedo seguir atendiendo partos con una angustia en mi…». Porque yo había nacido de cara, las pasé putas en mi parto, aunque tuve la suerte de rotar y nacer vía vaginal. Fui la cuarta hija de mi madre y debió de ser un parto durísimo. Esa memoria celular de la que hablamos tanto los reichianos emergió con mucha potencia en ese parto de Mallorca. Y yo me dije: «Esto lo tengo que trabajar porque para trabajar desde lo emocional tienes que tener un bagaje personal hecho». Y fue a partir de ahí que yo me planteé hacer una terapia reichiana…
Con Ramón empezamos los grupos cuando nació Ibai [su primer hijo], acompañábamos a las amas y a los aitas en los grupos durante el primer año de vida. Poníamos en práctica toda la teoría que habíamos aprendido más nuestra vivencia personal con nuestro hijo… Hay unos videos preciosos que estoy yo en la bañera con él -yo o Ramón siempre nos bañabamos con él, nunca se bañaba solito- y me miraba a los ojos, y yo pensaba: «qué fuerte, si esto es el punto». O cuando le cambiábamos los pañales, cómo se empezaba a descubrir las manos e iba mirando un poco afuera, a unos monstruos que teníamos de colores, cómo se expresaba… Y en cuanto a la motricidad, la casa estaba llena de alfombras, ellos siempre estaban en el suelo… sin estar interrumpiéndolo constantemente. Todo esto lo llevábamos a los grupos pero parábamos el primer año porque no teníamos experiencia en lo que pasaba después. Hacíamos embarazo y el primer año de vida. Ramón era un experto en masaje, había trabajado toda su vida con el masaje, pero no era el masaje como hacemos ahora. Eso lo fuimos estructurando después. El masaje cefalocaudal lo empezamos investigando nosotros y aplicando nosotros a partir de la teoría y de lo que íbamos observando.
Cuando les mandamos unos videos a la AEMI (Asociacion Española de Masaje Infantil) ) se quedaron alucinadas. Ellos, por ejemplo, no tocan la cara del bebé hasta pasados los 6 meses, empiezan por los pies, y toda esta visión reichiana les ha flipado. Luego está el masaje shantala, que está muy de moda y es muy bonito y hermoso y que en Hazi Hezi hacemos a partir de los tres meses, pero aplicando toda la lógica cefalocaudal. El masaje shantala es relax, masajear, propiocepción, pero no tiene la lógica evolutiva. Por eso sigo pensando que lo que hacemos es revolucionario.
Después de mi propia experiencia con Nahia [su hija] con la teta, me dije: «Esto no se puede quedar así en mi experiencia personal, yo esto lo tengo que llevar a la pública…». Por aquel entonces empezaba a haber las primeras reuniones de la Liga de la Leche en Villa Paz… Y la cuestión es que un día, con toda mi cara me subí a hablar con el director que era una persona encantadora y le dije: «Mira, me gustaría acercar la lactancia a las madres y os pediría que me librarais una hora de consulta los viernes para hacer grupos de lactancia». Hablé con las matronas pero a ninguna le interesó y me dije, «pues da igual, lo haré por mi cuenta». Entonces en el ambulatorio de Gros inicié los grupos de lactancia que duraron 5 ó 6 años, hasta que vino una directora, que tenía que ser mujer, y dijo que los grupos míos de lactancia generaban mucha lista de espera en la consulta. Y entonces los quitaron. Hubo mucha gente que escribió cartas a la dirección dando gracias a los grupos, de lo bien que les habían ido los grupos, pero…
Años más tarde, desde Osakidetza las matronas empezaron a trabajar la lactancia materna y se reactivaron los grupos de lactancia, A mi me tenían tirria pero, ¿sabes por qué? Porque yo trabajaba desde lo emocional, quise entrar en el Comité de Lactancia Materna del Hospital y no me dejaron porque defendía el nacimiento sin violencia y defendía la lactancia materna. Y eso era mover todos los cimientos de abajo arriba… Yo lo he hecho todo con todo el estamento médico en contra… He sido una ginecóloga rara porque las ginecólogas no se ocupaban de la lactancia, y yo era la que más sabía de lactancia…
Nahia mamó hasta los 4 años y poco, ya veíamos que a partir de los 3 años la teta ya no es nutricional, es relacional, facilita el acceso a lo social y, además te das cuenta también de cómo es la relación entre la madre y el bebé …. Hay madres que no dejan la teta ni por asomo, que no ponen límites al no, como es el caso de la Liga de la Leche, que aconsejaban hasta los 6 años. Eso, desde mi punto de vista, es una aberración porque se puede producir una fijación edípica. El destete, desde nuestro punto de vista, se produce de forma natural a los 3 a los 4 años cuando la fase oral va terminando y empieza a ser su foco de atención el juego con los otros niños, el padre y todo lo social. Pero claro, eso también tiene que acompañarse porque, como decía, hay variables que pueden dificultar el proceso.
En los grupos tienes que ponerte en tu lugar y darles mucho la palabra. Tú estás allí y tu palabra tiene valor porque eres un referente; esto se ha tenido que ir trabajando, supervisando, nosotros no nos podíamos convertir en seres demasiado idealizados e hicimos estos cambios dando la palabra al grupo. La gente entre ellos tienen que buscar sus propias soluciones, cada pareja es un mundo con su bebé; y luego a partir de ahí también se crea una red, porque a las parejas también se les mueven muchas cosas cuando nacen los hijos.
Lo que me da más pena es no estar ahora fuerte para poder transmitir mi conocimiento. Era mi ilusión ahora dedicarme a los cursos, pero… ¿Qué es la prevención?, te preguntan. Prevenir es dar herramientas para que las niñas se sepan defender, estar, compartir, convivir, amar. Es Relación. Es Presencia. Es Contacto. Ahora me cuesta más hablar de eso por lo que yo tengo… Prevención es la posibilidad de dar un espacio lo más firme posible para que ante la dificultad uno pueda defenderse. Es mi caso, porque ante la dificultad que estoy teniendo, intento estar presente. La muerte me llegará, pero morir con presencia o morir sin presencia, no es lo mismo. Me gustaría vivir pero.. si no puede ser pues moriré con toda mi presencia. Eso es la prevención.