Un poco de Historia de nuestro trabajo de Prevención, por Cristina Aznar y Ramón Mauduit, coordinadores del centro Hazi Hezi
Quisiéramos compartir nuestra evolución en la forma de ir abordando la atención a los padres durante el embarazo y el seguimiento posterior del desarrollo de la crianza.
Yo, Cristina, inicié este trabajo desde la conciencia de la importancia de acompañar a las parejas en el momento de dar vida . En aquella época, hace ya treinta años, y con una experiencia profesional centrada básicamente en el trabajo hospitalario, se me hacía patente que había mucha prisa, excesiva, como para no profanar el equilibrio de un proceso de tan sutiles ritmos.
Continuamente presenciaba los efectos del tan escaso contacto con la realidad del recién nacido y con la intimidad de la pareja. Y así, una y otra vez, observaba como los bebés nacían separados de los padres, en una distancia tan absurda como inmediata, que no dejaba lugar para la emoción. Entonces, ya veía la necesidad de ir a otro ritmo más respetuoso con el de la mujer.
El padre no aparecía, ni se le tenía en cuenta. El hombre generalmente quedaba relegado, encerrado en el silencio de su consentimiento, claramente excluido, pues el sistema sanitario le negaba la posibilidad de estar con su compañera, participando de tan embriagador momento.
El trato hospitalario de los bebés, podría definirse como asépticamente higiénico: lavados, aislados, desinfectados, y vacunados. Tenían derecho reconocido a mamar cada tres horas y a seguir alejados de su madres mientras lloraban y lloraban, buscando desesperados el cálido consuelo de unos brazos que los acogieran.
El encuentro con otros pueblos y culturas: África, America Latina….el saber transmitido por otros autores como F. Leboyer, M. Odent, Reich, me acercó a un enfoque más humanizado, más calmado, más intenso y gozoso. Contemplé la necesidad de conectar con las raíces de la vida , de tener en cuenta la historia de cada persona, en esta aventura nada sencilla de ser madre o padre: el deseo de intimidad, y respeto de los biorritmos, la aceptación de los sentimientos, los temores de esas parejas que se disponen a recibir al bebé. Así, lentamente en el transcurrir de los días y en contacto con la pulsación, sentí mi propia emoción y también la angustia al acercarme a la esencia de la vida. De ahí la necesidad de vivir mi propio trabajo personal .
Al mismo tiempo necesitaba saber más, comprender mejor la realidad biológica y emocional de aquellos hombres y mujeres que pedían ayuda. No por casualidad cayó en mis manos la obra de Wilhelm Reich. En su forma de enfocar los temas de prevención y en su concepción de la autorregulación me sorprendió encontrar lo que intuitivamente estaba buscando e intentando llevar a la práctica con los grupos de padres y madres.
Hace 30 años nos reuníamos y desde la sensibilización, les ayudaba a tomar conciencia de que el cuerpo no era su enemigo, favoreciendo su sentir hacia los bebés que llevaban en las entrañas, a respirar, a abandonarse, a no negar los límites, ni las necesidades y dificultades.
La experiencia en los nacimientos, en su mayoría partos en casa, en los que utilizábamos estos métodos suaves que ayudaban en el proceso de apertura desde la toma de contacto y de los límites, nos hizo evidente como detrás de una tensión superficial había, muchas veces, un bloqueo más profundo al cual no llegábamos desde el sistema muscular, pues comprometía el equilibrio vegetativo, la aceptación de la emoción, la satisfacción y frustración; es decir, quedaban al descubierto las marcas del transcurso de la vida. Entonces, comprendimos que nos equivocábamos cuando creíamos que era suficiente con que la mujer y el hombre tomaran conciencia de lo que llevaban entre manos.
En los grupos hablábamos de anatomía ,de la evolución fisiológica del embarazo, del parto, de la lactancia materna… y ésto, sin duda, era importante pero no suficiente. En algunas parejas este conocimiento y toma de contacto, era útil para que pudieran abandonarse dejándose llevar a sentir y sentirse más, favoreciendo que el proceso retomara su ritmo natural. Sin embargo en otras todo esto no funcionaba, seguían surgiendo significativas dificultades que alteraban el embarazo o el parto, e incluso la crianza a pesar de que ell@s, querían y deseaban un embarazo y crianza consciente y un parto natural. Querer no era poder, pues el poder donde verdaderamente reside es en el sentir, y estas mujeres tenían demasiado miedo o rabia como para abandonarse a la sensación… y abrirse a dar vida y crear.
La asistencia hospitalaria continuaba siendo muy mecanicista, impositiva y desvinculante, el cuerpo seguía sin existir y ¿qué decir de lo emocional?
En esta época nuestro trabajo, apoyando los planteamientos derivados de las aportaciones de los movimientos “por un nacimiento sin violencia”, era contracultural.
No obstante empezábamos a darnos cuenta de que hacíamos demasiado hincapié en el parto pero ¿Qué pasaba después del parto?.¿Qué pasaba con la madre, con la demanda del bebé? ¿Y con el padre? Comenzábamos a hacernos muchas preguntas. Conforme fuimos conociendo y profundizando en la obra de Reich aparecieron algunas respuestas, pero especialmente surgió un nuevo enfoque para comprender y profundizar más.
Actualmente, junto a José Ramón Mauduit, los grupos que venimos realizando, son grupos de madres y padres que siguen deseando vivir un embarazo consciente, que quisieran parir de una forma natural, criar a sus hijos con lactancia materna y en condiciones de mayor libertad. Son hombres y mujeres que sienten la responsabilidad que asumen aunque no saben muy bien como manejarse con ella y afrontan una cierta inquietud ante lo desconocido.
Enfocamos el trabajo desde el inicio del proceso de gestación e introducimos el contacto con lo emocional, por no olvidar en este particular momento a ese otro niño/a que también llevamos dentro.
Nos podemos acercar a una cierta reconciliación con nuestra vida, a sentir como nos hemos sentido en el útero de nuestras madres, como fue nuestro propio nacimiento, conectar con la acogida, con la calidez de la mirada, con la sensación de placer del pezón en la boca… Pero no ignoramos que muchas veces lo que vamos a encontrar será, sin embargo, la dureza del nacimiento, la frialdad del parto, la falta de contacto, la ausencia del otro, el abandono del “siento que no hay nadie aquí que me acoja y recoja”.
Otras veces hallaremos el llanto, la tristeza, el miedo a la soledad… que revelan que se ha vivido situaciones de separación demasiado tempranas o traumáticas, cesáreas, incubadoras, etc…
A través de sus propias vivencias los padres van tomando conciencia de cómo el feto puede vivir el placer, ya en la vida intrauterina, de cómo es importante la expresión de la emoción por su parte, potenciando el movimiento de contracción y expansión del biosistema materno y cómo la sexualidad va favoreciendo el proceso de regulación. De esta manera ellos mismos se van dando cuenta de sus propios límites, de sus carencias, de cómo han vivido el placer oral, dónde tienen sus tensiones y bloqueos, dónde los sienten, su facilidad de conectar con la respiración profunda o su dificultad de abandonarse al placer. Buscamos de ir uniendo diversas piezas, de cómo gestionar su autonomía, o qué restos de dependencia persisten, qué autenticidad alcanza su comunicación y su sexualidad adulta.
Al hilo del continuum enfocamos la atención de los padres y madres sobre los acontecimientos más significativos del primer año de vida extrauterina, en el que se gesta la maduración del yo favoreciendo la lactancia materna, el contacto piel a piel, la unidad funcional madre, padre e hijo. Ayudando en los momentos críticos por la demanda propia del bebé y con los problemas relacionados con los límites sociales.
Posteriormente hacemos un seguimiento longitudinal de los grupos en el que apreciamos el desarrollo del proceso de separación – individuación y el acceso a la genitalidad y socialización primaria, vemos cómo se produce la entrada en el mundo, autoafirmándose, viviendo la agresividad natural, autoexplorándose y siguiendo el proceso de maduración humana y sexual en los primeros años a través del contacto boca-‐pezón y posteriormente descubriendo su cuerpo y sus genitales.
Y los vemos disfrutar del encuentro con otros niños/as, en un ambiente menos culpabilizado, donde no se limita su exploración espontánea, procediendo a la progresiva separación en presencia de los padres.
Cristina Aznar.
José Ramón Mauduit.
Coordinadores del Centro Hazi Hezi.