¿Qué supone el Nacimiento para el bebé? por Cristina Aznar Plana
Ponencia presentada en la celebración de los 25 años de la Asociación Nacer en Casa. Madrid, mayo 2013.
Gracias al comité organizador por invitarme a participar, es un honor para mi estar aquí, son 30 años defendiendo este arte de acompañar desde lo mas profundo que es el nacimiento y los primeros años de la vida….Estos 30 años me dan esta oportunidad: hablaros de este bebé, de este ser que nace a la vida.
Desde mi condición de obstetra he acompañado el nacimiento. Y desde mi condición de psicoterapeuta he acompañado el sufrimiento humano y hoy sé lo que no se debe hacer bajo ningún concepto, pero también hoy sé que podemos compensar, paliar, en caso de que detectemos problemas para seguir evitando el sufrimiento…
El bebé nace ya a la vida desde su vivencia intrauterina. Como nos decía Federico Navarro neuropsiquiatra reichiano: “en el mamifero humano el proceso de formación de la psique empieza en la concepción.”
W. Reich, médico psiquiatra, ya nos hablaba de úteros sin vida, donde la dificultad de expresión fetal es importante, donde el feto tiene pocas posibilidades de expansión y de comunicación y donde el ecosistema ya esta alterado, donde la respiración y la vivencia del placer es limitada y la emoción del miedo impera por encima de todo. Reich decía cómo “los niños ven frustradas sus necesidades emocionales, su expresión de la vida emocional, justamente antes de su nacimiento y después de él”.
Desde la fisiología sabemos que el parto sólo es un pasaje para este bebé que nace, que el verdadero nacimiento viene mas tarde, que el parto representa un estrés, que en un principio se considera fisiológico (Langererantz, 1988) y que ese estado de estrés es recíproco entre la madre y el bebé.
El bebé no debería hacer el camino solo ni durante el embarazo, ni en el parto ni en los primeros años de vida.
Sabemos desde la neurobiología, como nos recuerda Ibone Olza, que hay una correlación directa entre el desarrollo neuronal del lactante y los cambios en los sistemas neuroendocrinos de la madre, y que estos permiten la iniciación del vinculo afectivo. Sabemos que la oxitocina y la vasopresina juegan un papel crucial en el inicio del vínculo, y que el cortisol y otras catecolaminas actúan como neuromoduladores y memorizadores de las diferentes conductas de la madre, la cría y el medio externo.
Sabemos de la inmadurez del bebé humano, lo sabéis tod@s. Sabemos de la necesidad de contacto, de la necesidad de establecer un vínculo afectivo, de la importancia de esos momentos vitales cruciales. Actualmente nos apoya la Neurobiología,la Neurociencia la Fisiología y tod@s nosotros lo sabemos hoy.
Hace 30 años trabajábamos recuperando el instinto desde nuestro corazón y eran las mujeres y los hombres l@s que nos enseñaban desde la esencia mamífera, humana, desde lo más instintual, que los bebes existen, que miran, que no quieren ser separados, que expresan y lloran. Y hablando del parto: sabemos que el descenso de la cabeza fetal por nuestra vagina desencadena una descarga de catecolamina. Y sabemos desde la fisiología que las catecolaminas son las hormonas del estrés y que, por lo tanto, fisiológicamente el bebé junto a la madre están en una situación de estrés, pero no por ello es menos importante comprender lo que supone una situación de estrés para ambos.
La modificación somática más notable, y suficientemente probada, en el estrés sufrido por el feto en el curso de su travesía por la vagina, es la hipertrofia córtico-suprarrenal. Los estímulos provocados por el trabajo de parto sobre el feto, hacen que este organice sus defensas por la vía hipotálamo-torrente sanguíneo-hipófisis corteza suprarrenal, lo cual, representa un estímulo para la preparación defensiva del organismo fetal asì como para su correcta armonía endocrina futura. Así, Salerno, llega a la conclusión de que para una normal evolución del niño resulta útil y funcional una adecuada intensidad de la dinámica del parto, que despierte las reacciones y resistencia sin que llegue al agotamiento, es decir, que debe ser lo suficientemente intenso como para producir las modificaciones biológicas necesarias para la subsistencia. Así, Guyton en su tratado de fisiología medica sobre la función de la “Alarma” y el ”Estrés” del Sistema Nervioso Simpático nos comenta: “Fácilmente se deduce que la descarga simpática masiva resulta en un aumento de actividad de diversas funciones corporales, incluyendo: mayor presión arterial, mayor riego sanguíneo a los tejidos, metabolismo mas intenso de las células, aumento de la glucosa en la sangre para el metabolismo, aumento de la coagulación sanguínea, etc….La suma de todos estos efectos permite que la persona lleve a cabo una actividad física agotadora durante mas tiempo de lo que podría en otras circunstancia; se dice frecuentemente que el fin del simpático es proporcionar energía suplementaria para el organismo en situaciones de dificultad: esta es la frecuentemente llamada “reacción de alarma del simpático.”
En situaciones fisiológicas esta reacción de alarma del simpático conlleva que en el recién nacido y en la madre haya un estado de alerta tranquila, que se miren, se reconozcan, se sientan de nuevo, se sigan enamorando y vayan sintiendo esa sensación de bienestar, placentera que lleva al propio bebe poco a poco, cuando su reacción simpática se va recuperando, al reencuentro con su objeto de amor, de placer… El bebe repta buscando, oliendo, sintiendo, reconociendo lo que ya conocía y amaba y en su memoria celular estará esa impronta de amor porque siente que a través de ella puede abandonarse, sentirse seguro, todos sus receptores están abiertos al placer, a oler, a mirar, a sentir. Porqué sabe que esta allí su madre, incondicional, respondiendo a sus necesidades.
Esta situación de estrés fisiológico del parto que implica para el bebé un intenso masaje epidérmico, no supone un sufrimiento si la madre el padre y el bebé hacen el camino juntos, si se acompaña la dinámica fisiológica del parto, si la emoción que conllevan todas estas vivencias se permiten sentir, acompañar, expresar; incluso el miedo, ya que el miedo va implícito en esa experiencia.
Y después del parto seguimos necesitando ese envolvimiento, como ese otro útero que son los brazos, la piel, el olor, los ojos para ir construyendo ese yo biológico que ya empezó en la vida intrauterina.
Nacemos con el cerebro muy inmaduro y necesitamos de esa “presencia presente” para ir construyéndonos esos primeros años post natales pues “los niños nacen sin corazas”.
Reich nos decía que casi todas las madres saben lo que los niños necesitan, pero la mayoría de ellas sigue teorías falsas y peligrosas nacidas de teorías superficiales en vez de escuchar sus propios instintos naturales.
También la OMS viene acentuando la calidad de dicha relación como algo esencial para la prevención de los daños cerebrales al inicio de la vida. Evania Reichert en su libro “Infancia Edad Sagrada” dice: “En los primeros años, especialmente hasta los tres años, si los pequeños reciben un buen cuidado de estímulos y afectos adecuados, las conexiones neuronales se formaran dos veces mas de lo que una persona puede llegar a necesitar a lo largo de la vida, por eso, se trata de un periodo precioso de desarrollo cerebral”.
Shore cita una investigación realizada en la universidad de Minesota por el neurocientífico Megan R Gunnar sobre la tasa de cortisol en niños estresados que revela que los acontecimientos adversos y traumáticos pueden elevar la tasa conocida de hormona de la tensión. Demuestra que algunos niños lidian mejor que otros con el estrés y se asocia al hecho de haber recibido cuidados sensibles, afectos y una buena crianza el primer año de vida. Y los bebes que mantienen altos niveles crónicos de cortisol manifiestan atrasos en su desarrollo cognitivo, motor y social. El exceso de esta sustancia puede destruir células cerebrales y la densidad de las sinapsis en determinadas áreas del cerebro (Según experiencia Gunnar citada por Shore en el 2000).
Hasta ahora hemos hablado de fisiología, de lo hermoso, de lo que queremos hacer todos los días, pero sabemos por nuestros años de experiencia, que no todas las mujeres que quieren pueden, que muchos embarazos se viven con estrés, no digamos los partos, y ¡! cuantos ingresos en neonatología se dan sin contacto !!, separaciones y primeros años de vida traumáticos, donde si sumamos el nivel de cortisol del parto traumático, las interferencias externas al triangulo madre, padre, bebe, la no atención de las necesidades epidérmicas y de disponibilidad, nos encontramos ya con un monto de sufrimiento que cuanto mas tarde se atienda, mas difícil es su reparación.
Este estrés lo observamos mucho a través del contacto con la piel, ya que hay bebes que no aceptan que se les toque ni con suaves masajes, manifestando si se les toca caras de angustia y llanto. E incluso añadiré partos en casa en qué el bebé ha podido vivir ese estrés fisiológico, ese estado de alerta tranquilamente y por consiguiente, ese mismo estado de placer, le genera más necesidad de contacto, pero que después su mamá, su papá no son capaces de seguir proporcionándole por sus propios límites personales, ya que parimos con toda nuestra historia personal, nuestras vivencias a nuestras espaldas y al final también ese bebé, termina resignándose y sin poder acceder a la persona que tanto necesita ya que para el bebé humano la exterogestación termina hacia los 9 meses, un año de vida.
Recuerdo casos de bebes nacidos en casa con serias dificultades de acceso al contacto con la madre, al placer de mamar. Por el contrario, recuerdo otros bebés que buscaban ávidos el pezón de su madre, el calor de sus pechos y el contacto de sus ojos. Y todo esto… ¿qué genera? Lo primero deciros que no es verdad que los bebés no se enteran de nada, pues esa memoria celular existe y si nos pusiéramos en su piel quizás cambiaríamos nuestra forma de actuar tanto en el nacimiento como en la crianza. La angustia del nacimiento no se puede asociar a nada, es una experiencia biofísica que lleva a la contracción, a una situación de alerta continua, a un encogimiento… Generalmente se asocia con un estado de ansiedad de la madre y se agrava con separaciones tras partos traumáticos…y en este momento de la vida, una separación para un bebé sin conciencia del tiempo puede ser una eternidad conectando con la emoción de la angustia intensamente.
Por eso, todas estas situaciones se pueden y deben aliviar, paliar e incluso disolver con acogimiento para que pueda empezar a darse la reacción contraria que es la expansión, sino la angustia y el encogimiento se instauran con más y más fuerza. Y darles la posibilidad de reconectar con la mirada ya que este es el primer acto de existencia ya que los sentidos se abren, se despiertan. También es importante relajar el estado de ansiedad de la madre ya que como veíamos antes la situación de estrés es recíproca- Si no hay contacto ocular se produce una contracción de la musculatura de los ojos, que les impide mirar, es por lo que a través del masaje epidérmico reichiano recuperamos el contacto, en intima y estrecha relación con la madre masajeando los ojos, la boca, nuca, tórax y diafragma para ayudar siempre a que se resuelva esa tensión, y favorecer de esta manera el proceso expansivo en el bebe, ya que el contacto le nutre y le calma , que es lo que el bebe necesita en esos momentos, y así será durante este primer año, en el que esté naciendo a la vida y se completa la exterogestación para el bebé de la que ya nos hablaban Portman, Montagu, Reich, Serrano. Y estas experiencias llevan a los bebes a abrir los sentidos y a tener confianza en si, en los otros y en el mundo. Esta practica la tendremos que tener en cuenta durante el primer año, según el grado de dificultad observada, ayudando a recuperar su estado de vitalidad y placer. Cuantas veces hemos visto dar teta o biberón sin mirar a los bebes, por un lado esta la madre, el bebe por el otro y cuantas veces sentimos de esa presencia no presente en un periodo en que la necesidad es grande pues su proceso de mielinización es muy intenso y el grado de inmadurez inmenso. No solo hay estrés en el parto, si no tambíen lo hay en los primeros años de la vida. Cuántas miradas vacías y perdidas vemos hoy! Cuántos bebés tras una búsqueda sin respuesta acaban resignándose! Cuántas veces en el espacio terapéutico trabajando, se oyen estas expresiones!: “para qué voy a mirar, no tengo nada qué mirar» o conectan con la desesperación, el vacío, la soledad o “para qué mirar si no hay nada que me acoja y recoja”.
Y para terminar me gustaría que tomáramos conciencia de lo que supone el nacimiento para un bebé, como él se prepara para ese estrés fisiológico, como el cuerpo de la mujer lo masajea, y como es necesario y vital la recuperación del estrés en contacto. El parto solo es un pasaje y el primer año debe ser un continuum para ese bebé y esa familia que nace a la vida. Pero también deciros que todo lo que planteo está condicionado por los biosistemas de la madre del padre y que a su vez estos serán reflejo de la estructura social, y de la relación con los otros y con ellos mismos; de ahí que la prevención primaria vaya unida a la reivindicación y a la intervención psicosocial. La prevención en el mundo solo será posible cuando aprendamos a cuidar de quien todavía esta sano, de quien aun no fue dañado, nuestros niños…