Mujeres mujer madre
Mujeres, mujer, madre
Cristina Aznar
Maria Montero-Rios
De la globalidad a la particularidad existe un camino y en el se refleja tanto la historia individual como la social. Cada mujer, cada hombre, no llega a su maternidad en abstracto, cada madre refleja muchas vivencias y actitudes del colectivo de mujeres. Las mujeres tenemos nuestra propia relación con la maternidad construida a lo largo de los siglos, y en ellas se recogen visiones culturales, religiosas, morales, económicas.
De la maternidad se podría decir todo menos que sea algo aséptico. Por ello no solo las parejas que emprendan este proyecto, sino también los profesionales que los acompañamos tenemos que contar con que habremos de manejar un campo de opinión bien contaminado. Como llegar a vivir una experiencia esencialmente natural en estas condiciones? Como lograr que cada mujer encuentre su propia forma de ser madre? Como haremos las mujeres para dejar de oprimirnos, para recuperar una experiencia de placer a través de lo que históricamente fue una herramienta de alienación?.
Nuestra propuesta es reflexionar sobre la complejidad de la diferencia, particulares relaciones afectivas, diferentes tensiones y bloqueos corporales, diferentes ecosistemas…. La diferencia como clave para iniciar una verdadera actitud de respeto y comprensión. La diferencia para no atraparnos en los modelos, para poder acceder a la realidad de cada proceso. Nutrirnos del saber global, de la teoría de lo vamos aprendiendo a todos los niveles y luego tener la flexibilidad, la humildad de bajar a lo pequeño para mirar a lo concreto.
Prevenir es una apuesta de futuro, una esperanza en un futuro mejor, una actitud existencial pues supone una implicación constante para proteger la vida en sus múltiples manifestaciones. Prevenir es poder darse cuenta, más aun, estar dispuestos a mantener una conciencia unida a la realidad, que tiene que ser capaz de incluir los límites. Por eso es tan difícil!
“Y prevenir, ¿para qué? ¿Qué es lo que tenemos que prevenir? ¿Por qué tenemos que prevenir? ¿Siempre hay que prevenir?. Creo que la misma palabra “prevención” surge de la evidencia de que lo habitual en el proceso de maduración humana sea el no-respeto y somos tan conscientes de que este proceso ha sido violentado a lo largo de la historia y lo está siendo cotidianamente, día a día en la actualidad que no tenemos más remedio que mirar desde la óptica del que sabe que hay muchos obstáculos en el camino. Quizás en otras condiciones sociales respetuosas con la vida no sería necesario hablar de prevención porque esa
sociedad tendría asumido de una forma natural las condiciones para el desarrollo humano”. M. Redon
Es por eso que la prevención precisa de hombres y mujeres capaces de aceptar la maternidad y la paternidad no como una alineación, sino como una forma mas de la condición humana y desde ahí: sentir la emoción de ser madre y padre, y de poder transmitirla con un cuerpo , relajado pulsante, que vibra ante la emoción ….de sentir la vida en sus entrañas. Permitiéndose vivir las dificultades, los limites, el miedo pero buscando ir un poco más allá, movilizar y verbalizar sus emociones. Desde una interacción entre biosistemas que permita vivir la maternidad como una dinámica de expansión y de placer.
Como profesionales de prevención primaria tenemos en cuenta ese ecosistema desde el saber estar reconociendo las diferencias estructurales ( D.I.D.E.( X. Serrano) , sus dificultades , sus limites y potenciando la díada y el ecosistema.
Hoy día encontramos grandes dificultades para que se pueda establecer un vinculo de calidad desde la vida intrauterina, seguramente por todas las situaciones socio culturales que vivimos, la predominancia cada vez mayor de la exigencia en el mundo laboral , su rol en la sociedad actual que plantea como incompatible el ser mujer y el ser madre y favorece que las mujeres y los hombres lo vivamos mas desde la renuncia que desde la proyección y la maduración personal. Esto deja a muchas mujeres en una situación de desprotección como mujer madre, si, mujer madre desde el inicio de la gestación.
Pero la madre, el padre son hombres y mujeres con historia, historia de afectos y desafectos que no siempre son fáciles y simples y que por tanto interfieren con sus emociones no resueltas al emprender este nuevo proyecto Y por toda esa historia la mujer a la hora de ser madre encuentra que algunas emociones en ese momento toman gran fuerza y se conectan con acontecimientos tempranos de su propia vida, el como su madre vivió su embarazo , como fue parida y se vinculo con ella, como vivió su primera infancia su relación con su padre, su adolescencia, como fue su relación con el placer desde el inicio de la vida. Y que estos factores sean conscientes, o inconscientes van a condicionar su vivencia actual y su capacidad aceptar y disfrutar esa vida en sus entrañas.
“Donde ceder, donde resistir, que vale o no la pena y para quien?
Piezas que puestas en un mismo saco y una vez revueltas podrían llegar a confundirse, limando sus límites y llegar a creer que mas que menos todo da igual, o acabar cayendo, incluso con nuestras buenas intenciones en las garras de la moral.
Es bueno que una mujer tenga un parto natural, habría que ser bastante tonto- o perverso para negarlo. Aunque a veces una mujer tendrá tanto miedo al dolor que necesitara una epidural. Y, es eso malo?
Es deseable la lactancia materna, cierto pero no a toda costa, no sobre el precio de dañar el vinculo afectivo que sostiene la relación entre la madre y el bebe.
Es correcto que niños y niñas sean independientes, cierto. Pero desde siempre?, o hay un momento a partir del cual los adultos podemos pasar a ser mas prescindibles.
Es útil que los enfermos mentales pinten, como no!. Pero que hay de expresión propia en esos insufribles bodegones copia de un intento inerte de copiar la realidad.
Es bueno que los niños conozcan nuevas tecnologías, obviamente, el problema es que no conozcan como se hace el pan, o las costumbres del pueblo donde viven.
Como situar el conocimiento? Para evitar depositar tan precioso tesoro en unos ejes tan frágiles que con facilidad puedan caer, y como una mina explotar frente a nuestras caras un tanto ingenuas.
Que claves utilizar para que el saber no se torne rígido y absoluto, sino dialogante con el medio, con los límites personales, con los miedos inconscientes. Por encima de cada propuesta de cada certeza existe una lógica funcional global, que no le resta verdad, pero que somete cada acto concreto y particular a un movimiento mas amplio, a una visión de conjunto”.
Cada persona nace en un medio ambiente, que actúa como un ecosistema particular y propio. Al igual que en el mundo de las plantas, su crecimiento dependen mucho del terreno, del agua, el sol y esto influye en su manera de florecer. Así también hay cuerpos rígidos y úteros contraídos, que dificultan la oxigenación y otros que pulsan y nutren, hay emociones reprimidas, temores y angustias que puede que nos impidan disfrutar.
Como profesionales sabemos que a veces tendremos que acompañar un ecosistema madre débil, con dificultades de manejar la dinámica de dar quizá por que necesita ella misma tomar, sentirse llena, atendida y encontrar un otro que esté en contacto con ella. Una madre que busca sentirse ella misma arropada. Consecuencia de este desgaste lo observamos en mujeres que entran en la maternidad con un profundo cansancio de base, pues sus recursos energéticos son escasos.
Entonces sabemos que de alguna manera puede aparecer un intento de que el bebe llene ese hueco y haga menos presente ese vació y esas carencias. Incluso si es un sistema pareja débil que busca otro para no mirarse a si mismo, para desplazar la mirada o la solución de sus problemas hacia fuera. Como tantos niños que tuvieron que llegar con un pan bajo el brazo, o para resolver problemas conyugales.
Los profesionales que acompañamos no podemos ignorar esta variable tan real y esperar esa mujer-madre “poderosa” que inviste su cuerpo con orgullo y naturalidad. La vivencia de la maternidad de esta mujer precisa que los profesionales hayamos elaborado la desidealización de la Madre, incluyendo la nuestra, para poder ejercer un exquisito respeto y desde ahí aceptar su cansancio, su falta de iniciativa, dejar de esperar que sea activa, creativa o dinámica. La expectativa fácilmente se vive como exigencia, un ser como tu quieres, como todos dicen, llegar a se la madre que debería ser, sintiendo lo que como madre feliz habría de sentir. Pero la verdad es que todos estos supuestos no me pertenecen y cuanto mas me esfuerzo, más me agoto.
Esto a su vez puede repercutir en que clínica y energéticamente el cuerpo se encuentre anémico, con poco tono, poca fuerza de sostén, incluso poca tensión muscular.
Sin darnos cuenta se va construyendo un círculo cerrado por la dificultad de mantener un buen nivel de contacto y apego, ya que esto que llevará a que el bebe, para evitar sentir la carencia, quiera y demande mas, pero la madre no puede dar, se cansa, se irrita. El bebe lo necesita todo y por eso mismo lo quiere todo, y ella, quizá inconscientemente tiene miedo de tanta demanda. Para defender su propio espacio se aparta, no puede aproximarse, incorporarlo como propio y disfrutarlo. Así la irritabilidad de la madre se manifestara a través de formas distintas de expresar este no poder mas, y cada día su respuesta le lleva a no escuchar esa demanda, a callar su voz, a silenciar el contacto y
distanciarse cada vez más de ese pequeño ecosistema que entonces deviene más débil, se encoge se resigna y deja ya de pedir no por que no tenga necesidad si no porque de alguna manera sabe que no va a recibir.
“El proceso de separación del niño y sus padres, acontece en espacios de tiempo diferentes. No tan diferentes como para suponer que la madre esté deseando marcharse de vacaciones una semana dejando a su bebé de pocos meses en casa de la abuela o que tras cuatro meses lo que más desee sea ponerse a trabajar. A veces estas cosas también ocurren, pues en nuestra especie tenemos un grave problema con el desapego. El quid de la cuestión es que inicialmente estamos manejando dos planos, el otro ya nos siente ajeno cuando nosotros aun ni siquiera nos sentimos como un yo. Es importante ser muy cuidadosos con las separaciones especialmente si son tempranas, ya que chocan frontalmente con las necesidades que marca el desarrollo. Un bebé, por ejemplo, no solo requiere ser bañado y alimentado, necesita del afecto a través de la presencia y disponibilidad constante del otro. Si en el plano físico es obvio que sin los adultos moriría, a nivel psíquico es algo parecido, sin el afecto del adulto no puede sentirse cohesionado, pues forma parte de él, y se «desintegraría «.
En su grado más extremo esta disociación inicial, puede llegar a perpetuarse en una percepción escindida, como un descosido en el que ya no se pueden juntar las partes. Esta escisión la encontraremos en los enfermos
esquizofrénicos donde las alucinaciones por ejemplo reflejan con su irrealidad la materialización patológica de esta duplicidad. Y en la debilidad siempre encontraremos al Miedo. Porque como dice, el neuropsiquiatra F. Navarro, «el miedo esta en la base de toda la psicopatología». El miedo más primitivo, intrauterino, se inscribirá también en lo más primitivo, la célula, es un miedo de muerte de la misma célula como respuesta a un peligro de muerte real, que repercute en la cadena de ADN y en el funcionamiento hormonal. El miedo fetal más tardío provoca el angustioso sentimiento de romperse en pedazos. El miedo nos acompaña con sus diversos rostros, miedo de ser destruido, miedo de no llegar a ser, miedo a vivir.” mm-r Saltando las olas
Retomando el símil de las plantas, en otras ocasiones encontraremos un ecosistema madre donde, diríamos que el terreno es más rico pero con obstáculos que no permiten acceder con facilidad a los nutrientes. Para algunas mujeres la maternidad se instaura en la lucha entre el deseo personal y el conflicto social, situación que generalmente se resuelve con la racionalización de la maternidad.
Es el campo de la disyuntiva. De la escisión donde la mujer no llega a reconciliarse con su maternidad. La maternidad no escapa a una sociedad mercantilista, o bien nos da valor como mujeres o bien nos lo quita.
Conviven el deseo junto al miedo, la ambivalencia de no situar el amor y la rabia, y todo ello hace que se produzca una fuerte situación de tensión interior. Todos conocemos a mujeres que pueden tener un gran deseo de hacerlo muy bien, por que se apoyan en lo cultural y están a favor de un embarazo y parto más natural más consciente.
Mujeres que se esfuerzan en superar una historia plagada de incomprensión y conflictos afectivos con la madre y también con la autoridad. Mujeres que tiraron de ellas para salir adelante, luchadoras que se ahogan en tiempos de paz.
Mujeres que muchas de las veces viven en la distorsión entre lo que piensan y les gustaría. Así por ejemplo, cuando llegan al parto aunque racionalmente quieren parir en casa o tener un parto natural en la maternidad, muy frecuentemente su cuerpo no les acompaña al estar su respiración limitada por un bloqueo diafragmático importante y con gran tensión en la pelvis, encontrándonos una separación muy grande ente lo que desean y lo que pueden. Vemos que pese a la facilidad de la palabra en el discurso encontramos un fuerte bloqueo en la garganta. Y, en el momento del parto observamos entonces una gran limitación a la hora de abrirse, de dilatar, ligada a su dificultad de ceder y relajar en lugar de luchar contra el dolor. No pueden abrirse y terminan con partos instrumentales, con fórceps y con cesáreas. Y, con sus proyectos rotos afrontando, muchas veces por vez primera el encuentro con el fracaso a nivel existencial.
Desde la prevención y siguiendo a E. Reich, a F.Leboyer buscamos de recuperar a través del masaje en contacto con la madre la pulsación vital de los dos ecosistemas después de ese parto difícil. También nos parece básico
escuchar, mas aun animar a exteriorizar, no negar la frustración pero tampoco dejar que el fallo en un momento dado como el parto invalide toda la experiencia previa o posterior de la maternidad.
La relación que mantienen con su cuerpo y con el dolor es muy contradictoria y no logran acompañar el dolor, conectando con lo que la sensación les produce, ya sea rabia, abandono, miedo o tensión o incluso placer. Hoy vemos muchas mujeres voluntariosas que racionalmente desean pero no pueden ceder y abrirse.
Aunque decirlo nos parece duro, dramático y triste, reconocemos como profesionales de la salud haber visto mujeres que queriendo parir no pueden. Y, consideramos que también tenemos que elaborar lo que esto supone para cada una de nosotras-os, matronas-os, ginecólogas-os, y las emociones que nos embargan. Pero al menos nosotras vimos también como estas mismas mujeres, en una segunda experiencia de embarazo y parto, tras una crianza comprometida y gratificante, han podido vivir y relacionarse mejor con la posibilidad de parir, con la vivencia del dolor y sentir esa potencia energética con plena expresividad. Y esto es una apuesta por la idea de continuum, por desechar los compartimentos estancos, por la importancia de contemplar todo el proceso de la maternidad- paternidad en su conjunto. Como experiencias que repercuten unas en otras, y se compensan unas con otras.
“Al decidir un día dejar las entrañas de nuestra madre, abrimos para nosotros un nuevo espacio de existencia, y a o largo de toda nuestra vida realizaremos simbólicamente múltiples nacimientos, numerosos «partos» a lo desconocido, y muchos serán los úteros que tendremos que ser capaces de dejar. Dejaremos el reconfortante cobijo de su regazo, el de la cuna, el cuarto de los padres, la casa familiar, la escuela, el pueblo, cambiaremos de ciudad, de trabajo, de pareja, pariremos a los hijos, dejaremos marchar a los amigos, a los padres y así hasta el abandono total, con el que al final partamos también de nuestro propio cuerpo.
Pasamos de estar dentro a estar fuera, de estar solos a estar con los otros, de estar calientes a sentir frío, de flotar a experimentar el peso de la gravedad, de pertenecer a un universo en continuo balanceo y movimiento a conocer la quietud. El proceso de desarrollo sigue hacía adelante, dejando atrás formas inservibles, al igual que luego dejaremos de mamar, gatear o chuparnos el dedo. El parto que tan asociado lo tenemos como sinónimo de radical ruptura y separación, no debería romper nada, de hecho nada corta, pues incluso el cordón ha muerto si se desprende al dejar de latir. Ningún elemento substancial de la relación madre – bebé cambia tras el nacimiento, en el sentido de que permanece la total incapacidad del mamífero humano para solventar sus necesidades.
Cuando dejamos el vientre de nuestra madre aún no hemos nacido, continuamos tan dependientes y tan necesitados como lo éramos entonces, solo han cambiado las circunstancias. La variable dentro – fuera nos llevará de la mano hacía el esquema Yo y el Mundo, en un sendero que se dirige hacía la individualidad. Y que
pone sus raíces en la unidad profunda del proceso de maduración que une al feto, al lactante y al niño en una continuidad de desarrollo”. mm-r Saltando las olas
Encontramos también a otras mujeres con una apariencia de fortaleza física y psíquica, con las ideas mas claras aunque eso no les impide tener dudas e inquietud. Mujeres que tienen también miedo, aunque este es un temor mas razonable, mas chiquito, lo sienten pero sus células no están impregnadas de él, lo viven y lo pueden dejar pasar.
El embarazo se lo plantean como una experiencia a vivirla, toman mas tiempo para estar con ellas mismas, para descansar, para sentirse.
Realmente aquí la intervención del profesional es mínima, el proceso guía el camino, solo hay que liberar algunos obstáculos para que no deje de fluir. Todo es mas fácil porque viven la maternidad y el embarazo se encuentran integrados forman una unidad, una experiencia de la mujer, de la pareja. Saben hacer un paréntesis de ese estatus de mujer-profesional para entrar a vivir más el de mujer-madre. No temen tanto involucrarse en la maternidad aunque durante un tiempo ello implique prescindir de algunos actos sociales o actividades profesionales. Están mas en contacto con ellas mismas y con una mayor capacidad de mantener el placer tanto sea a niveles existenciales como sexuales. Lo que en otros casos es más escaso.
Los partos de estas mujeres, en cambio no pensamos que sean
precisamente fáciles, es mas diríamos que suelen ser partos duros, que van lentos pero progresivos. Precisan de un acompañamiento que consiste básicamente en el estar cerca con contacto, favorecer su respiración, su relación con el dolor a través de la mirada para que la mujer recupere o refuerce su capacidad de entrar en la dinámica energética del parto y dejarse fluir no desde el empujar sino desde el abandonarse y abrirse.
Pese a la dureza de los partos el contacto con el bebe suele ser espontáneo y placentero, con menos dificultades de crear la relación. En la lactancia aparecen menos dificultades físicas, es como si su capacidad de vincularse con el bebe les devolviera una parte de confianza en ellas mismas, como si contactaran con ese bebe que fueron.
El papel del padre es importante y activa ya desde el embarazo la responsabilidad del proceso del parto y la crianza es algo compartido, que surge de un proyecto de dos.
“El hombre vive sus conflictos con la paternidad lejos de una panza justificadora de miedos y ansiedades. A él parece que no le pase nada, y por lo tanto, no solo tendrá que «tragarse» sus dificultades, sino que habrá de Cumplir una vez más, mostrando una fortaleza y seguridad que muchas veces no tiene. Falto de una voluminosa tripa pierde el derecho a sus emociones y a la comprensión de quienes le rodean. Incluso la compañera tan ensimismada en sus propios cambios puede ignorar que a su lado el hombre también esta transformándose en padre.
Durante el embarazo y a lo largo de la crianza el padre, además de su relación propia e intransferible con el hijo, tiene con la mujer la capacidad de actualizarla. Es decir, rescatarla de su función de madre, devolviéndola y permitiéndole el reencuentro con la mujer que es, sobre todo a través del encuentro sexual, donde la fusión se da entre dos organismos iguales, adultos.
El hombre hará una función de maternage en la maternidad, sin necesidad de simbiotizarse, de perder su sitio. El padre desarrolla su maternidad nutriendo, sosteniendo, protegiendo a su hembra y su cachorro. Para los hijos será una suerte haber podido disfrutar de toda la maternidad que provino de esta dualidad complementaria. Energías y sensaciones diversas formando una unidad funcional”.
En la crianza el papel del padre que nutre esa díada amorosa madre- bebe facilita que se pueda producir con mas calidad y profundidad ese primer vinculo, al ocuparse de lo necesario en todos los aspectos para que la madre pueda entregarse plenamente de una forma relajada y tranquila.
Pensamos que una crianza compartida no significa que uno sustituya a otro, sino que el padre y la madre desde su función que puede ser diferente según el momento del desarrollo se respeten y apoyen. Es este un punto delicado, muy fácil de cosificar. La búsqueda de la unidad negando las diferencias es algo tan pueril, cuando no macabro.
En nuestra opinión lo interesante, indudablemente mas complejo pues precisa de mayor delicadeza y flexibilidad, es aceptar que somos diferentes y eso no constituye una escala de poder sino de complementariedad. Aplicado a la crianza diríamos que yo no soy mas que tu por parir o dar de mamar, tu no eres mas que yo por traer mas dinero mientras me ocupo de la crianza. Doy de mamar porque soy la más preparada de los dos, porque mi cuerpo es más familiar después de nueve meses. Cambiamos pañales los dos, acariciamos los dos. Lo relaja quien este menos ansioso en un momento dado…
En la crianza, cuando la presencia de la criatura es tan constante y tan directa, se pone de manifiesto el peso de la disponibilidad. La dependencia del bebe se interioriza con facilidad como exigencia, como demanda contra la que uno empieza a pelearse. La dependendencia del bebe no es una guerra de poder, ya que sencillamente el bebe o la bebita no pueden hacer otra cosa. Las relaciones no son simétricas, al menos en ese sentido mecanicista, lo cual no quiere decir que sean muy gratificantes y enriquecedoras.
En las pautas de crianza se observan diferencias muy significativas en las actitudes que tienen las mujeres. La demanda de contacto del bebe para unas puede ser vivida como una situación de estrés que lleva a la huida y a la falta de implicación , mientras otras intentaran resolver el agobio con actitudes mas rígidas y directivas, sin ser conscientes del sufrimiento que esto puede suponer para la criatura.
Madres-padres que en un determinado momento no soportan la demanda del bebe y esto les produce una crisis, por ejemplo cuando el bebe tiene mucha necesidad de contacto por la noche o cuando la lactancia se prolonga. Los padres
quieren que los niños se alejen, y les dejen su espacio personal, y no se dan cuenta que para el ritmo del niño todavía no es el momento y necesita de esa cercanía, creándose así una zona de rivalidad y falta de armonía. Otros que parecen nutrirse ellos mismos de la crianza y se resisten a la separación y a dejar a los niños su autonomía. Para algunas mujeres la respuesta ante la demanda del bebe es la rabia. Una rabia de la que ellas mismas no son conscientes y lo racionalizan con la necesidad de recuperar de nuevo su función social de mujer trabajadora, o de socializar a los niños antes de tiempo justificando la necesidad de las guarderías a nivel temprano.
Los hijos-as no son propiedad privada de nadie, como la maternidad no es una experiencia exclusiva ni excluyente. Parimos, nacemos, crecemos en un mundo de relación, nos imbricamos no solo en el cuerpo de la mujer en su ser madre, sino en un conjunto de interacciones que incluyen lo biológico, lo afectivo sexual, lo histórico, la cultura… De forma distinta hay todo un sistema, pareja- familia, que se embaraza y …cambia.
Desde nuestro trabajo de prevención favorecemos que haya una compenetración mutua entre la pareja para que la mujer se vea favorecida en el desarrollo de sus potencialidades, que como madre necesita del ecosistema familiar y del ecosistema social, en síntesis las redes sociales que generan el apoyo mutuo.
Creemos que es un reto que viene de la mano de la mujeres el trascender la visión reduccionista de la maternidad y la crianza, para evitar caer en la demagogia, para protegernos una vez mas del mecanicismo.
Potenciamos con el trabajo preventivo el que la mujer pueda acceder a su propio espacio, a sus propios recursos: su propio ritmo, su autonomía, sus deseos… más allá de su propia historia, que le ha podido crear limitaciones y desear lo que en el fondo no puede hacer. Acompañándola le ayudamos a que pueda vivir su ser más auténtico desde su ser madre y mujer.
Hay una puerta abierta para todas nosotras, para la humanidad entera en la reconciliación con una energía generadora de vida. El reencuentro con la dignidad de la Mujer desde el respeto de nuestras formas propias, del valor de lo femenino capaz de hacer surgir la acción desde la unión de la fuerza y la sensibilidad, la sutilidad y la coherencia al interior de una poderosa iniciativa de movimiento integrador.
La energía femenina es sin duda una revolucionaria y potente fuente de transformación en la que cada mujer ha de beber. Hay una reconciliación pendiente, pues fuimos agredidas desde el interior, desde la devaluación de lo que nos era más propio. Hay un trabajo que hacer, un acuerdo al que llegar, como colectivo, como individualidades múltiples y complejas. Hay una tregua pendiente, para dejar de luchar y alcanzar aspectos de nuestra personalidad con la gratificación y plenitud que nos merecemos, y no todo es negociable.
Cada mujer en su decisión de ser madre integra a la Mujeres, tiene la oportunidad de avanzar un poco mas, allanando el camino con una luz de esperanza en el futuro. Nuestro derecho no solo es parir, no seamos escasas, miserables y francamente pobres, nuestro derecho es disponer de las condiciones que nos permitan llevar adelante una crianza coherente con lo humano. Nuestro derecho es no solo al placer de ser padres y madres, sino también al reconocimiento del enorme valor social y de la prevención de la salud
que hacerlo lo mejor posible supone.
Desde el trabajo preventivo buscamos que existan las mejores condiciones para el desarrollo de la función de la maternidad, trabajando en grupos de apoyo de 0-3 años y facilitando la creación de grupos de autoayuda entre los mismos padres y madres que poco a poco facilite la toma de conciencia del papel de la mujer como madre en lo social.
Acompañar a la mujer en su ser madre, supone ante todo no exigirle una perfección, liberarla de la madre omnipotente, para a través de la aceptación de sus límites y posibilidades, encuentre su propia forma de asumir no un estatus, sino una función humana apasionante. Una mujer concreta, un ecosistema especifico, una forma propia de desarrollar la relación de afecto, condición básica para el cuidado de la vida.
Asimismo trabajamos desde la desculpabilización cuando ha habido un parto traumático, ya sea cesárea, fórceps, etc… ya que lo que importa es tomar conciencia del límite, de la trampa de nuestro carácter para así prevenir y evitar la psicopatología.
Es nuestro objetivo acompañar el proceso del desarrollo humano desde el inicio de la vida hasta los 3 años, acompañar a la mujer a tomar conciencia desde el contacto, no desde la culpa, desde la importancia básica de los momentos iniciales de la vida y del desarrollo psicoafectivo infantil.
Tener en cuenta la idiosincrasia de cada mujer, sus potencialidades, sus carencias, sus límites, ayudándoles desde el trabajo corporal, desde su sentir y desde la toma de conciencia de sus límites caracteriales a través de la sensibilización corporal, de su respiración, de sus tensiones, de su forma de estar con el otro, de su forma de relacionarse con el bebé, de su estar en el nacimiento. Fundamentalmente nuestro trabajo es acompañar-les reconociéndolas en su individualidad de esa mujer madre, teniendo a la vez en cuenta el ecosistema donde han vivido, tanto el ecosistema familiar como el social, apoyando y desculpabilizando, buscando seguir descubriendo ese potencial de madre que hay en toda mujer para seguir creciendo como mujeres madres con sus hij@s.
Mujeres, mujer, madre trata de ser una experiencia donde trabajar con lo relativo, lo relativo del tiempo y la espera, de la forma, del estrés, del miedo y la angustia. Una propuesta para crear desde lo pequeño, casi desde la nada, para acompañar la forma que surge sin agredir su esencia.
Un taller que pretende sensibilizar sobre lo particular, más allá de lo que debería o podría ser, escapando de un ideal capaz de estrangularnos, para aceptar
la humildad en la búsqueda del contacto con lo que somos, con lo que queremos, con lo que nos divierte. También para mirar a lo lejos donde el proceso de maduración humana se vislumbra ante nuestros ojos como un movimiento progresivo y continuo. El crecimiento tiene sus ritmos y nosotras…, siempre nos gustó bailar.
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