EL Parto Pasaje a laLuz .Xavier Serrano
El Parto. Pasaje a la luz.
“El parto. Pasaje a la luz”.Xavier Serrano
INTRODUCCION
Llega un momento, en la estancia intrauterina del feto, en que su ecosistema !el organismo materno y sus condiciones vitales! empieza a no poder satisfacer sus necesidades y comienza a no sentirse cómodo en el útero materno. Su biosistema está maduro para vivir en un medio aéreo, en un espacio abierto y luminoso, donde se agrande su campo energético, es decir, su capacidad de expansión. Son los telerreceptores, junto con el diafragma, los órganos más maduros ; maduración que se va a intensificar con la hiperestimulación epidérmica de las contracciones uterinas de la madre y el masaje vaginal durante la experiencia del parto. Esto significa que puede “abrirse al mundo”. Y además, la zona oral, al ser en esos momentos la zona más cargada energéticamente en el feto, está lista para ser utilizada como medio sexual de autorregulación energética en íntima conexión con su piel. Y para cubrir todas sus nuevas expectativas, pone en funcionamiento la dinámica energética-hormonal que le facilitará salir del útero: el parto.
Es una experiencia que se desarrolla dentro del llamado por Reich “Período crítico biofísico” para el asentamiento de sus raíces y, por ello, una experiencia a cuidar. Es necesario emplear fuerza, sensibilidad, suavidad, dulzura y amor. No podemos verlo con los ojos del adulto; ni tampoco condicionarnos por un fenómeno nostálgico del pasado no satisfecho que nos desvíe de la realidad. El feto no está viviendo la experiencia con la conciencia del adulto; ni es un organismo que no sufre ni disfruta porque no es consciente; ni tiene que sufrir un poco para prepararse para lo que le espera. Posturas todas ellas que adoptan diversos sectores profesionales.
Es una experiencia donde, si no han existido factores importantes que hayan producido una disfunción en la vivencia intrauterina del Organismo Humano Intrauterino (O.H.I.), no hay elementos perturbadores durante su pasaje intra-extraútero y, a continuación, puede mantener en todo momento su cuerpo en contacto con la piel de la madre (porque fuera del agua no significa fuera del cuerpo de la madre), se le facilitará su proceso de estructuración energética corporal, la integración de funciones psicosomáticas y la progresiva diferenciación del yo-no yo, de su cuerpo-cuerpo de la madre durante los primeros meses de la vida extrauterina. “Pasos necesarios todos ellos para el auténtico nacimiento progresivo del Organismo extrauterino y de su progresiva autonomía e identidad del yo” (Serrano,1994).
EN TORNO AL DOLOR DE LA MADRE
Groddeck en 1916 afirmaba que “El nacimiento no es un acto espantoso, es el mayor goce que puede experimentar la mujer […] El dolor existente exalta, embarga, y en él descansa todo el amor materno […] los niños nacidos bajo anestesia no reciben el mismo amor materno que los niños nacidos con dolor”.
Este autor aboga por el parto activo como forma de facilitar el contacto madre-niño, pues empezaba la “moda” de intentar evitar el dolor del parto, tendencia que provenía de los intentos realizados a finales del siglo XIX con la hipnosis y que culminaron en la técnica del parto sin dolor de la Escuela Rusa de Paulov desarrollada en los años 20 por Platonov. Un colega suyo, Nicolaviev lo denominó Psicoprofilaxis del parto, siendo presentado al mundo profesional por la academia médica rusa, y aplicada en todo el país en
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1951. Es en ese mismo año cuando el Dr. Lamaze regresa de su viaje a Rusia e introduce el método psicoprofiláctico en Francia (Vellay, 1960). En España cabe citar la labor de la Escuela Española de Educación Maternal, que, desde los años 60, utilizando el método de la Sofropedagogía Obstétrica, tienen en cuenta la participación activa consciente de la madre en el parto, eliminando el método del “goteo de pentotal” desarrollado por esos años en Sevilla, con el consiguiente riesgo para el feto, y son conscientes de que “el parto es un episodio, un capítulo, unas horas. Ser madre es mucho más que eso”; llamando la atención de la importancia que tienen los primeros contactos madre-hijo, basándose en la teoría de la urdimbre afectiva de Rof Carballo.
En realidad, esta Escuela continúa la idea de Groddeck, dándole lógica al dolor de la madre. “Dolor pero sin sufrimiento, que, al mantener la conciencia del acto del “alumbramiento” y favoreciendo su función por la preparación anterior, permite una oxigenación mejor del recién nacido, que viene al mundo en un estado de receptividad y de reactividad a los estímulos exteriores que nunca se presenta en el caso de un parto con mediaciones, que los convierte en niños soñolientos durante los primeros días de vida” (Lezine 1979). Pero, si bien parece que todos estos autores coinciden en que parir supone dolor para la madre !también en España!, hay un autor que lo niega, e incluso afirma que “el orgasmo en el parto es un hecho corriente y no es insólito ni raro en la naturaleza de la mujer que puede ser fácilmente inducida a obtenerlo” (Merelo-Barberá, 1980). Hay antecedentes de esta experiencia de partos orgásticos en casos descritos por el Dr. Serrano Vicens (1978). Merelo-Barberá, a partir de seguir el tema en profundidad y recopilar más datos prácticos, llega incluso a aventurar la tesis de que “una mujer puede no ser orgásmica en el coito y, en cambio, serlo en el parto”.
Helene Deutsch (1960) afirmaba que “los procesos reproductivos de las mujeres primitivas son mucho más simples que en las mujeres degeneradas por la civilización. Pero esto aún está confuso y los diversos estudios sugieren que la relativa simplicidad o complejidad del proceso no siempre depende de un grado superior o inferior de cultura” y más adelante dice: “el parto es mucho más semejante al coito que a las otras funciones corporales”.
Desde la perspectiva dialéctica-funcionalista es sabido que, por la propia estructura anatómica de la pelvis, la fricción que realiza el feto al salir del útero puede causar dolor y placer al mismo tiempo. Pero eso dependerá, fundamentalmente, de la coraza de la mujer en cuestión, es decir, de su estructura caracteromuscular como veremos más adelante.
Sabemos que los partos inducidos con oxitocinas, sedantes etc…, al ser más cortos, facilitan la tarea de los profesionales, el supuesto sufrimiento de la mujer y la angustia de la espera del padre, pero tienen una repercusión negativa en el niño. “Sin la estimulación de la piel que facilita las contracciones, del útero, los sistemas gastrointestinal-genitourinario y respiratorio no podrían funcionar bien” (Montagu, 1961). Así se observa que “los niños prematuros nacidos en partos muy breves tienen mucha más dificultad para respirar, n teniendo problemas posteriores con la alimentación y la peristalsis intestinal. En los niños nacidos con cesárea, al estar ausentes las prolongadas contracciones del útero en el momento de la expulsión, que expulsan la sangre de la placenta a través del cordón umbilical, y lo hace pasar al cuerpo del niño, habrá una falla al expulsar el líquido amniótico de los pasajes superiores del niño con lo que habrá una inadecuada aireación del tracto respiratorio al mismo tiempo que una estimulación inadecuada del sistema circulatorio” (Montagu, 1961).
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Estos datos son importantes para ver la necesidad de un parto consciente y sin mediadores. Tanto por la experiencia de la madre !“El hecho de haber contribuido al nacimiento de sus hijos les confiere un legítimo orgullo”, lo que se comprueba especialmente, según Irene Lexine, en las primíparas preparadas, a partir de una encuesta, encargada por el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia!, la experiencia del padre, !pues al estar presente adquiere un interno vínculo afectivo con el niño (Klauss- Kennell, 1978)!, como para el propio feto, por los beneficios del propio proceso fisiológico del parto que estimula a través de la piel todo sus sistema neurovegetativo, así como por la sensación de “contacto energético”, en cuanto que el campo energético de la madre está abierto !al sentir el proceso de su parto! y, por tanto, en simbiosis con el feto antes, durante y después del parto, lo que facilitará que no haya sensación vegetativa alguna de “frío”, de separación, de escisión, de muerte, que en caso contrario vive el biosistema del feto, “fruto de una simpaticotonía defensiva extrema” (F. Navarro, 1985).
Pero es precisamente en este último aspecto donde más polémica se da. ¿Qué es lo que hace sufrir al feto? ¿Qué podemos considerar que es traumático para el feto y qué no lo es?
PARTO Y TRAUMA EN EL FETO
En este sentido hemos podido comprobar que incluso en un parto prematuro o con cesárea se pueden prevenir sus consecuencias negativas, facilitando la díada energética madre-feto por medio del contacto piel a piel y de un masaje estimulante continuado y periódico. Pero para ello debemos partir de la base de que no sólo se debe considerar parto traumático a los descritos como patológicos en la clínica médica, con daño cerebral o de otro tipo extremo, sino todos los que se aparten de la funcionalidad del acto de parir.
Es Rank quien primero desarrolla este problema en profundidad a partir de algunas inclusiones de Ferenczi. En 1923 describe el parto como: “la separación de la deliciosa morada intrauterina a la cual el hombre siempre desearía regresar […] En reiteradas oportunidades, a lo largo de nuestra exposición !dice Rank en su libro! hemos rozado, sin responderla, la cuestión de saber cómo ocurre que la tendencia bien conocida (y de la que sabemos ahora es la primordial de la libido) a la reconstitución de la situación primitiva y voluptuosa que se da en el útero materno, que podemos considerar como voluptuosidad en general, se encuentra tan indisolublemente ligada al sentimiento primitivo de angustia, cosa de la que tenemos prueba no sólo en las pesadillas y en el síntoma neurótico, sino también en lo que deriva de estos fenómenos y a ellos se aproxima. Para comprender este hecho conviene no olvidar que el estado voluptuoso primitivo se ha interrumpido, de una manera completamente indeseable por el acto del nacimiento… y que la finalidad de toda la vida ulterior consiste en reemplazar ese paraíso perdido que a nadie le es dado recobrar por las orientaciones extremadamente complicadas y que ya hemos descrito, impresas en la libido y sus destinos… Esta angustia experimentada constituiría así el primer contenido de la percepción, dicho de otro modo, el primer acto psíquico que se opone a la tendencia todavía muy intensa a la reconstrucción de la situación voluptuosa perdida, la primera barrera, en la cual podemos ver también la primera represión, la represión inicial” (Rank, 1923). Este autor en su libro, junto a la explicación etiológica en el trauma del nacimiento de algunos síntomas neuróticos, explica cómo muchos de los comportamientos humanos (el dormir, la muerte, la creencia en la otra vida…) y elementos sociales (inferioridad social de la mujer, deseo de embarazo en las mujeres y el desarrollo
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de la humanidad) están mediatizados e influidos, en última instancia, por el trauma del nacimiento y por el deseo de volver al útero materno.
Todo lo que Freud había intentado explicar a partir de su teoría del complejo de edipo, Rank, sin dejar de admirar a Freud en su obra, lo analiza desde su perspectiva del trauma primero y original.
Reich, !a diferencia de Rank, para el cual el “trauma del nacimiento se nos aparece como la experiencia humana más general…”! afirma, explicando el origen de la ambivalencia “que el odio sea más antiguo que el amor, como han dicho Stekel y Freud, dependerá del displacer experimentada durante el nacimiento. Este displacer es olvidado gracias al surgimiento del placer del órgano (de succión) y se manifestará como angustia de nacimiento o bajo formas de deseos de vuelta al útero materno” como subraya Rank, “cuando las frustraciones de las pulsiones desde el inicio sean muy fuertes”.
Es decir, dependerá de la violencia y de la fuerza del trauma de nacimiento para que no se pueda compensar por el placer oral y realmente condicione la evolución libidinal y vital del niño, produciéndose regresiones intrauterinas. “solamente podría operar como fuente primaria de angustia cuando el desarrollo postnatal se ha rebelado contra obstáculos externos crueles, como por ejemplo fuertes dificultades en la fase oral” (Reich, 1926,b).
A partir del libro de Rank, dentro del psicoanálisis van a surgir diferentes propuestas. Así, Freud se inclina a ver “en el estado de angustia una reproducción del trauma de nacimiento”(Freud, 1926), pero sólo como recuerdo, pues en etapas libidinales posteriores el desarrollo del yo “desplaza las situaciones peligrosas anteriores pudiendo así decirse que cada una de las edades del desarrollo tiene adscripta cierta condición de angustia adecuada a ella” (Freud, 1926) careciendo el acto del nacimiento de contenidos psicológicos, pues no hay diferenciación objetal, ni objeto libidinal, desarrollándose la etapa del narcisismo primario, lo que confirman posteriormente Spitz (1965), Montagu (1971), Ajurriaguerra (1986).
Autores como Pastrana, Rascowsky, Abuchaem y otros, siguiendo los postulados kleinianos admiten que “la crisis del nacimiento generadora de angustia es idéntica a la que provoca la angustia neurótica del adulto, es decir el temor a la castración genital” siendo el parto una experiencia tan abrumadora de invasión de estímulos externos e internos, que la única elaboración posible consiste “en la descarga de las excitaciones de manera indiscriminada, mediante la puesta en marcha de las zonas corporales erógenas tradicionales: oral, nasal y fálica. Se instala así la organización perversa polimorfa, responsable de la gratificación simultánea que experimenta el bebé a través de todas sus zonas erógenas” (Abuchaem, 1980), estableciéndose para el autor “relaciones de objeto muy particulares durante su etapa fetal, por lo tanto, vivenciando crisis de nacimiento con contenidos psicológicos muy específicos”, lo que lleva, ampliando los postulados kleinianos a afirmar que “la existencia del complejo de edipo se instala con el nacimiento,” denominado complejo de edipo precoz. Así, para estos autores, precisamente porque ya hay una relación objetal y un psiquismo, ven una función de organización libidinal en la experiencia del parto, sin cuestionarse la diferencia cualitativa del parto, como mencionan Freud y Reich, ni el cómo del parto, pues “aunque utilicemos la técnica de Leboyer del nacimiento sin violencia es imposible evitar la crisis que debe sufrir el ser humano antes de alcanzar la madurez. Crisis tanto orgánica (estrés), como psicológica (sufrimiento)”.
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Por ello Rascowsky afirma que “el parto con su significado tolerablemente traumático, debe respetarse porque origina una serie de procesos en cadena que conducen a la adaptación al mundo externo […] Los partos demasiado fáciles no son los más positivos, y peor si la facilitación se ha logrado a través de la anestesia […] Asimismo el miserable estado en que se encuentra el niñito apenas nace, constituye un poderoso estímulo para el desarrollo de las capacidades reparatorias de la madre, incluyendo el estímulo para la secreción de la leche” (Rascowsky, 1973).
Vemos cómo este autor hace una apología de la función del parto como elemento necesario para la adaptación al medio y facilitador del vínculo con la madre. Olvidando que la secreción láctea comienza ya en los últimos meses de embarazo y que el proceso energético-hormonal del maternage es algo perteneciente a la vida intrauterina. También afirma que “con el pasaje vaginal comienza el contacto con la realidad, pues mentalmente el feto ha actuado hasta este momento con fantasías, alucinaciones, como en los ensueños diurnos del adulto… y durante el parto, la primitiva necesidad de destruir que produce la energía para vivir, se vuelve contra sí mismo… apareciendo el temor a ser aniquilado, y una sensación psicológica de persecución… pero toda esta experiencia sufriente facilita el alto grado de la intensidad que adquiere su capacidad mental… Siendo para ello fundamental el amor de los padres”.
Por éste amor, el autor ve justificado el sufrimiento y la necesidad de este pasaje para estar preparado para el desarrollo humano. La preguntas a las que luego daremos respuesta son: ¿Hace falta que la experiencia sea sufriente para que se vea facilitada la maduración del niño ? ¿Dónde está la frontera entre el trauma clínico y el dolor necesario?
En un lugar intermedio se sitúan otros autores, como Greenacre y Winnicott. Para este último, hay una clara diferencia entre el parto traumático y el parto “donde la reacción ante el ataque del parto no sobrepasa a la reacción para la cual está preparado el feto” (Winnicott,1945 ). Habla de “experiencia del nacimiento en lugar de trauma del nacimiento” y afirma que en ciertos casos el parto traumático fue un factor más en la etiología: así, “en algunos casos de paranoia, donde no son consecuencia del sadismo oral ciertas jaquecas y trastornos respiratorios”.
También Greenacre admite que “muchos dolores de cabeza vinculados a la ansiedad y… otro problema especial sugerido por Bak quien destaca la orientación térmica perturbada del esquizofrénico, estarían relacionados con la experiencia natal del individuo y el casi congelamiento del bebé después del alumbramiento”. En general, para esta autora, el nacimiento contribuye a la organización de la pauta de ansiedad aumentando con ello las defensas del bebé y “deja huellas mnémicas individuales únicas que se superponen a las pautas genéticamente determinadas de ansiedad y libidinales del niño en cuestión” (Greenacre, 1945). Reich expone su interés por la profilaxis infantil y por las repercusiones de las experiencias disfuncionales en la vida prenatal y postnatal como elementos etiológicos y condicionantes en la formación de las estructuras de carácter, o incluso en la imposibilidad de desarrollar un sistema defensivo caracterial adecuado y por lo tanto culminar en un proceso esquizofrénico. Así surge el Centro de Investigación Orgonómico Infantil que desarrollará su labor desde 1940 con el objetivo del estudio del niño sano. En una de sus exposiciones manifiesta que “el nacimiento y los primeros días eran bien conocidos como el período más decisivo del desarrollo. La mayoría de las depresiones crónicas y melancólicas se desarrollan de una grave frustración temprana, también y en especial, el desarrollo defectuoso de la percepción y su integración, durante
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las primeras seis semanas de vida, son claramente responsables del desarrollo de esquizofrenias y del carácter esquizoide” (Reich, 1950).
En una entrevista con el Dr. Eissler, en 1952, Reich declara que “los niños ven frustradas sus necesidades emocionales, su expresión de la vida emocional, justamente antes de su nacimiento y después de él. Se frustran antes del nacimiento por lo que llamamos anorgonosis, es decir, muerte biológica, útero contraído. Hemos demostrado esto en muchos historiales. Los psicoanalistas no quieren saber nada sobre el asunto”. (Reich, 1952). Para él, es tan importante todo este período que llega a afirmar que: “A menos que la medicina, la educación y la higiene social logren instaurar un funcionamiento bioenergético en la masa de la población tal, que el útero no quede contraído, que el embrión crezca en cuerpos en perfecto funcionamiento, que los pezones no queden hundidos y los pechos de las madres se hallen sexual y bionergéticamente vivos, nada (a nivel social) cambiará”. La descripción del parto violento !“cuando nace un niño de un útero caliente a un ambiente de 18 a 20 grados… se le golpea, siendo el primer saludo el manotazo y el segundo apartarlo de la madre… ”! y la incorporación de elementos de la Orgonomía aplicados a la asistencia al parto para facilitar su proceso (descrito en Silvert, 1955), es una clara labor desarrollada ya por la Orgonomía Reichiana en la década de los 50.
Es en Francia, bajo la influencia de la corriente obstétrica de los doctores Lamaze- Vellay con la Psicoprofilaxis del parto, analizada al principio del capítulo, de la comprobación de los resultados motrices y afectivos positivos para la madre y el feto, de la corriente de psicología infantil (de algunos psicoanalistas) posterior a la segunda guerra mundial y de la propia influencia de Reich, donde se van a dar las condiciones que permitirán que se vaya gestando lo que actualmente se conoce como “fenómeno Leboyer” (Odent, 1976). Buscando la humanización del parto clínico aséptico e instrumentado, Leboyer, obstetra, ve no sólo el sufrimiento de la madre, sino, sobre todo, el del feto. Dentro de su especialidad desarrolla una metodología que permite, con seguridad y eficacia, parir sin violencia, sin el trauma sufriente del feto no tenido en cuenta, en cuanto que sólo se vela por la seguridad de la madre y por los valores médicos, evitando lo que para Leboyer es “el infierno en la tierra” (Leboyer, 1974), refiriéndose al sufrimiento del feto en el parto clínico. Sin grandes escritos ni alardes científicos, pero sí con una práctica obstétrica cotidiana, Leboyer es escuchado en la sociedad médica y reconocido por un amplio sector de la sociedad. En su libro “Por un nacimiento sin violencia” (Leboyer, 1974) describe los elementos de su metodología obstétrica, la cual, por desgracia, sigue siendo una práctica “esotérica” en nuestro país, existiendo colectivos aislados y, la mayoría de veces, marginales que lo van desarrollando, asistiendo incluso a partos en casa, llevando las ideas de Leboyer a un nivel más contracultural y donde el parto forma parte de lo cotidiano del universo familiar como antaño, pero con garantías médicas, práctica que es corriente en los países nórdicos (se puede parir en casa por la seguridad social con médico a domicilio, pero con una ambulancia-quirófano en la calle, junto al domicilio de la familia atendida). Así, en Valencia es de admirar la labor realizada en este sentido por Pedro Enguix y el grupo Acuario, la de Cristina Aznar en San Sebastián y los grupos Tatiana y Géminis en Madrid.
Influido por el Dr. Leboyer, el Dr. Michel Odent amplía sus conceptos e incorpora el discurso dentro de una óptica más social y en la que entran más elementos en juego. Para Odent “gran número de recién nacidos están en situación crónica de inhibición de la
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acción, según el término de Laborit” (Odent 1982), y las situaciones propias de “la inhibición de la acción no son otras que las disregulaciones hipotalámicas límbicas… depresiones, disfunciones sexuales, las hipertensiones arteriales, las úlceras gastroduodenales, las agresiones de angustia y de irritabilidad, las enfermedades autoinmunes, influencia en las enfermedades infecciosas…”. Insiste en que la mujer debe encontrar su instinto arcaico de parir y hacerlo como le apetezca, buscar su postura, su expresión, su espontaneidad, concediendo una importancia fundamental a la no separación del niño de la madre, “favoreciendo la mamada precoz, primera etapa de una lactancia materna según la demanda del niño (sin horarios rígidos) constituye una acción contracultural… en una sociedad productivista…” (Odent, 1981).
Una sala de partos sin instrumental a la vista, donde el dolor del parto entra dentro de la dinámica normal que impulsa a reencontrar la espontaneidad de la mujer en el alumbramiento de su hijo y la necesidad de un padre activo, que facilite la relación real triangular y el maternage posterior, son los caballos de batalla de Odent, junto a la utilización del método Leboyer que evite el fenómeno de la “inhibición de la acción en el feto”.
Desde una perspectiva Reichiana, valorando el fenómeno Leboyer-Odent, habría que cuestionarse la “ingenuidad” de Odent, al no tener en cuenta adecuadamente la existencia de la coraza en la parturienta y prevenirla con una preparación adecuada que está influyendo en el momento del parto y, también, el hecho de que vincula una patología desordenada tomando como etiología el parto traumático.
Asimismo, son delicadas las consecuencias un tanto mistificantes del acto de parir, al darle tanta importancia, aislando de la vida prenatal y de todo el período infantil posterior en el desarrollo de las biopatías y psicopatías, e incluso como transformador social: “Es fácil imaginarse que, cuando millares de hombres hayan participado en un parto, hayan visto nacer a un niño, el suyo, lo hayan tocado, bañado, estaremos en una sociedad distinta” (Odent 1981). No podemos perder de vista la estancia intrauterina, recordemos a este respecto la frase de Reich: “El recién nacido reacciona al frío mediante angustia, después por la contracción del sistema nervioso, la primera contracción de su vida si su organismo no ha sido ya dañado por la estancia en el útero materno” (Reich 1948).
Algunos autores de la psicología humanista (Laing, Lake, Grof, Janov…), basándose en los datos clínicos de sus terapéuticas, hablaban de la existencia de un psiquismo intrauterino y, por lo tanto, de un trauma psíquico durante el parto, capaz de recordarse y reexperienciarse. En este sentido hay dos autores que destacan:
A. Janov, en su libro, “El grito primal” (1970), situaba el nacimiento como la causa de la mayoría de síndromes y síntomas de la psicopatología. Esto le llevó al desarrollo de la terapia primal, con la cual, al revivir el trauma del nacimiento y el “grito primal”, desaparecian todos los síntomas neuróticos. Esta idea se continúa simplificando hasta el punto de que hoy en día, en Valencia, la desarrollan profanos de la clínica sin problemas aparentes !los terapeutas del “Renacimiento”!, donde por medio de la hiperventilación forzada y con un guía que emite mensajes sugestivos de regresión, el sujeto revive sus experiencias perinatales y de parto y se “cura” de su sintomatología. Sin entrar a analizar en detalle estas terapéuticas, sí aprovechamos para afirmar que estas técnicas no tienen nada de “reichianas”, no se asemejan en nada a la metodología de la Vegetoterapia y que, al ser técnicas catárticas y sin una metodología terapéutica, provocan auténticos desórdenes en la “organización lógica” de la coraza, siendo peligrosas para el público en general. Ya son
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varios los pacientes que nos han llegado a la consulta aduciendo experiencias negativas con estas terapéuticas y con un caos dinámico y energético importante.
Por otra parte, volvemos a insistir en que el parto es sólo un momento en el tiempo de formación y estructuración del yo y del carácter y tendrá la importancia que le corresponda, pero nunca es un factor único o el fundamental que marca el «hilo rojo», en términos reichianos, del sujeto.
El otro autor al que nos referimos es S. Groff, fundador de la Psicología Transpersonal. Este, en base a la experiencia con alucinógenos, habla de las matrices perinatales, rompiendo por completo el esquema conocido como conciencia y los límites espacio-temporales: “en ciertas ocasiones los sujetos bajo los efectos del L.S.D. hablan de experiencias en las que se identifican con diversos animales en el escalafón evolutivo o tienen la sensación precisa de revivir recuerdos de su existencia en una encarnación previa” (Groff, 1985). Ante estas afirmaciones, corroboradas por la coincidencia de muchas personas que han vivido estas experiencias !en las que Groff basa su visión traumática y angustiosa del parto!, un amplio sector profesional responde: “rechazamos las supuestas catamnesis retrospectivas que pretenden volver hacia atrás hasta sus vivencias en el seno materno y relacionarlas con la actitud materna y previo a esto como afirma Groff en 1977, pues no creemos que existan bases suficientes de memoria y de consciencia para que esa catamnesis pueda considerarse mínimamente objetiva y representativa”. (Ajurriaguerra, 1986).
Si bien con la Vegetoterapia Caracteroanalítica se reactivan experiencias peri y postnatales, las imágenes, cuando las hay, asociadas a dichas experiencias, son consecuencia de constructos psíquicos del momento. La experiencia vegetativa está reproduciéndose como antaño, pero no así los contenidos psíquicos. En cuanto que, siguiendo a Ajurriaguerra, Luria, etc. y tal y como hemos comprobado en la elaboración analítica de dichas asociaciones, éstas se producen como repuesta a los fuertes estímulos viscerales que activan el sistema neuronal. Una vez más, debemos ser dialécticos y encontrar la síntesis entre los antagonismos, para no quedarnos en el extremo mecanicista, ni en el místico.
LA FUNCIONALIDAD DEL PASAJE INTRA-EXTRAUTERO, EL PARTO
El proceso de parto comienza, desde el punto de vista neurohormonal, por una activación de la suprarrenal del feto que favorece el aumento del cortisol, elevando la tasa de estrógenos de la placenta y excitando así la fibra del músculo uterino, dando comienzo a la liberación de oxitocina por vía neurogénica (neurohipófisis) (Imbriano, 1983) y facilitando las contracciones uterinas y la secreción láctea, favorecida por la prolactina. Todo este proceso se produce normalmente a los 9 meses de estancia intrauterina. Qué duda cabe que implica una situación de estrés fisiológico que permite todo el proceso descrito anteriormente, pero éste, al tener una función favorecedora para ambos organismos, es natural. Se convierte en disstrés cuando el organismo materno vive con miedo este proceso, generándose un intento de inhibición de esta respuesta fisiológica, a partir de lo cual se producirán los procesos de parto que denominamos clínicos y que, evidentemente, necesitarán una atención médica. Esto no significa que deba de ocurrir en todos los casos y, lo más importante, que debiera de ocurrir. Si ocurre, insistimos una vez
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más, es como consecuencia de los mecanismos fisiológicos resultado de la coraza caracteromuscular; lo que limita el proceso de una función natural como es la de parir.
La vida se basa en ritmos biológicos (noche-día, estaciones…). Este momento de transición de anfibio a mamífero está también determinado por el ritmo biológico-energético. La luminación energética del O.H.I. y del O. Materno necesita expandirse y la salida es la cola, la zona caudal, la pelvis, zona de descarga energética en el proceso de regulación bionenergética. Ese proceso de expansión !utilizando los sistemas neurovegetativos y neurohormonales implícitos en el código genético reloj biológico humano! facilita la salida !del útero de la madre! del ya limitado campo energético del feto a un campo energético mayor que es la piel del cuerpo de la madre, donde por medio de esta puerta irá vislumbrando el mundo exterior, madurando sus funciones vitales, su integración psicosomática y su autonomía como cuerpo distinto de la madre, al poder autorregularse energéticamente, nutrirse y ordenar sus órganos y funciones vitales por medio de la simbiosis cuerpo-piel de la madre»piel-cuerpo del feto y, en momentos determinados, simbiosis sexual pezón-piel de la madre» boca-piel del feto, en la llamada por Carballo “urdimbre afectiva”; por Bowly, “vínculo afectivo”; por Klaus y Kennell “apego afectivo” y por Racamier “maternidad”. Este último autor, con este término, manifiesta el nuevo estado que vive la mujer durante las primeras semanas de haber tenido un hijo, en condiciones favorables y sin depresión puerperal. Pues es tal la energía de la madre, la necesidad de protección que desarrolla, de entrega de dedicación a la criatura, con pocas horas de sueño, sin preocuparse de la alimentación propia etc., que el autor lo asemeja a un proceso psicótico temporal. Pero no lo es. “Es fruto de ese proceso expansivo energético que libera continuamente en la madre oxitocina y prolactina y facilita esa entrega que en condiciones normales objetivamente hablando no se podría realizar”. (Klaus-Kennell, 1978).
El llamado instinto maternal es tangible, con una base neurohormonal y energética, a partir del proceso de luminación, del potencial energético que se crea entre el recién nacido y la madre y que ya había comenzado durante el embarazo. Para que se produzca esta situación tiene que haber un tercero, el campo energético, el cuerpo y la presencia activa y agresiva del padre, que facilitará que todo este proceso de parto y maternage se produzca en las condiciones requeridas. Es el puente entre el mundo externo y la pareja de “amantes”.
Este pasaje intra-extraútero es, por tanto, una función necesaria y natural, que no significa separación, ni ruptura, ni violencia, ni despojo del “paraíso”, sino una continuidad dentro del proceso natural evolutivo del animal humano, pero la coraza caracteromuscular del homo normalis ocasiona que esta experiencia funcionalmente natural se convierta en lo que Leboyer describe como el “infierno”, en cuanto que se pierde lo que de vital y de alegre hay, para ser únicamente algo sufriente e incluso torturante. En este sentido se puede entender la demanda de la mujer de los partos no conscientes.
Veamos algunas formas que adoptan los partos en función de la coraza caracteromuscular:
Partos prematuros, consecuencia de una situación de estrés excesivo de la madre, por circunstancias psicodinámicas (rechazo de la criatura o de la función maternal, venganza hacia su madre, infantilismo psíquico…), biosociales (tabaco en exceso, drogas, ansiedad, agitación psicomotora…), o por una debilidad de su campo energético que
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provoca una situación de reacción de alarma en el feto y se es parido para sobrevivir. En realidad, son situaciones abortivas más o menos tardías. “Serán ya niños con una impronta de «miedo celular» que le predisponen claramente a las biopatías primarias” (Navarro, 1988), con dificultades, muchas veces insalvables, de relación vincular con la madre, tanto por la propia incapacidad de ésta, como por la negativa gestión de algunos obstetras y pediatras. Pues, junto a la incubadora, en muchos casos innecesaria, el feto no puede dejar de mantener un contacto epidérmico con la madre o sustituta y elaborar el problema dinámicamente con ésta, para que la situación pueda ser mínimamente recuperable.
Partos que se retrasan y tienen que ser provocados con oxitocina artificial o extraídos por cesárea, porque hay riesgo de asfixia, en vez de trabajar dinámicamente el problema. Hay que darse cuenta de que, en estas circunstancias, la madre se niega a desprenderse de su hijo, no quiere dejar su estado privilegiado de «embarazada» mimada, no quiere asumir la responsabilidad de ser madre, o tiene pánico al parto por su miedo sexual, por los fantasmas que se despiertan de su angustia de castración… Y todo ese miedo le hace perder el contacto con su bebé y disminuir así el campo energético, con lo que disminuye el proceso de luminación y se retrasan los mecanismos de estrés neurofisiológicos por su disfunción hipotalámica-hipofisaria. Es en estos casos donde, una vez más, hemos podido comprobar la eficacia de la Vegetoterapia aplicada a la obstetricia. Pues, con algunas sesiones de Vegetoterapia prenatal o con la asistencia orgonómica en el parto en mujeres en esta situación, se supera el problema de forma natural.
Partos dolorosos y con sufrimiento de la madre, en los que sin ninguna preparación previa ni conocimiento real del proceso de parto, en muchos casos, es llevadas a la clínica, manipulada y atendida por el personal médico, viéndose sola en un ambiente nada familiar y bajo una circunstancia que le supera y le hace perder el contacto para terminar, desesperada, pidiendo que “me lo saquen”, “que me duerman”… En esa pérdida de contacto el feto vive el miedo de su madre y la simpaticotonía producida en su débil biosistema sin defensas racionales, psíquicas o intelectuales que le atenúen el golpe, produciéndose una contracción neurovegetativa que le creará una impronta nuclear psicótica en su proceso de maduración yoica9. Esto vendrá favorecido por la separación de la madre durante unas horas, según la costumbre de la mayoría de hospitales. Por lo tanto es normal que posteriormente existan problemas para cogerse al pecho, convirtiéndose un acto vivo, de placer, en un acto mecánico, formal, específicamente nutritivo, que el feto rechazará en cuanto le den un biberón más pleno, intensificando el núcleo depresivo psicótico. (Serrano, 1987).
Es fundamental que, a nivel social, se asuma:
a) La gratuidad de la psicoprofilaxis al parto, con la metodología y el profesional
que el ciudadano elija (entre ellas la Orgonterapia prenatal).
b) La libre elección de clínica, favoreciendo los partos en casa con asistencia
médica en caso de urgencia.
c) El reconocimiento de las técnicas de Leboyer y Odent a nivel obstétrico.
d) Incluir el parto dentro de las campañas de información sexual, desmitificando la
idea del parto como algo sufriente y de categoría médica.
9“El bloqueo del primer segmento es la reacción del recién nacido contra el ambiente de rechazo y destructividad que encontró al nacer” (La somatosicodinámica‘, F. Navarro, 1985. Pág. 48)
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e) Reconocer la sexualidad infantil y del feto, respetando y potenciando, en consecuencia, sus procesos sexuales y de autorregulación energética.
CARACTER DE LA MADRE Y PARTO10
En base a las estructuras de carácter, la mujer con una estructura psicótica
tenderá, según sus circunstancias vitales, o al parto prematuro-aborto, o al parto «diarreico»11, donde, sin contacto con el acto de parir, por su bloqueo ocular, se encontrará con que su hijo sale con gran facilidad de su vagina, debido a la falta de tono muscular y por tanto, a la falta de rigidez pélvica característica de estas estructuras. Incluso, en ocasiones, la mujer puede sentir placer vaginal por el aumento temporal de su carga energética en la zona pélvica y el propio frotamiento vaginal. Pero esa falta de contacto y el bajo nivel energético en la madre indica una situación de hipoorgonía celular en el feto y una clara predisposición a las biopatías primarias y a la esquizofrenia (Navarro, 1988) si no se ponen medios para evitarlo. Incluso la madre podrá tener secreción láctea debido a su hipercarga diencefálica, pero sin carga energética, consecuencia de la hipoorgonía en el segmento torácico. Son los casos típicos donde se observa que el niño prefiere el biberón al pecho, porque no hay contacto epidérmico sexual, no le transmite nada la piel de la madre. A este respecto Reich nos dice: “Comprendemos ahora por qué se encuentra arraigada la disociación esquizofrénica con tanta claridad en el desarrollo prenatal y postnatal inmediato: toda severa perturbación ocurrida durante el proceso de coordinación organísmica constituye un punto débil de la personalidad en el cual más adelante, en determinadas condiciones emocionales, tiene las máximas posibilidades de asentarse la falta de coordinación esquizofrénica, lo que en psicoanálisis se denomina «fijación en la temprana infancia», no es en verdad, sino esta debilidad siempre presente en la estructura de la coordinación funcional. El esquizofrénico no “hace una regresión a la infancia”. Regresión es simplemente un término psicológico que sirve para describir la efectividad actual, presente de determinados acontecimientos históricos. Sin embargo, las experiencias de la infancia podrían no surtir efecto 20 ó 30 años más tarde, de no haber en realidad perjudicado el proceso de coordinación del biosistema. Es esta lesión real de la estructura emocional… lo que constituye el factor dinámico de la enfermedad. El esquizofrénico no vuelve al útero materno. Lo que hace, en realidad, es caer víctima de la misma escisión sufrida en la coordinación de su organismo cuando se hallaba en la amortiguada matriz de su madre; pues ha conservado esta escisión para toda su vida” (Reich, 1948).
Las mujeres con una estructura borderline (copertura caracterial), tenderán al retraso en los partos, a la dilatación dificultosa, patológica, que provocará la acción médica, el sufrimiento fetal en algunos casos o el verse impedido el feto !por este motivo! del proceso estimulante y favorecedor del parto por el canal vaginal, al tener que someterse a una cesárea forzada de última hora. Por su hipercarga en el segmento cérvico-torácico, en las mujeres de esta estructura que tengan leche !una mayoría de ellas tendrán poca secreción o problemas mecánicos en sus pezones!, en muchas ocasiones el feto la rechazará cuando la tome directamente del pecho (Tallaferro, 1976) a causa del mal
10 Para ampliar estos conceptos, ver el libro de X. Serrano, 1994 “Contacto, vínculo, separación. Sexualidad y autonomía yoica”, Publicaciones Org—n.
11 Son partos pasivos donde el feto se “escurre” sin vivenciar la madre realmente la experiencia del parto.
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contacto epidérmico con la madre, la frialdad de su pecho o el exceso de D.O.R. (no conocemos aún suficientemente las reacciones bioenergéticas de los recién nacidos como para tener la certeza de la lógica de sus actos, pero sabemos que siempre existe una lógica funcional en su comportamiento). Creando así una base oral insatisfecha en la estructura caracterial de ese niño e, incluso !dependiendo de las variables! un núcleo psicótico con su consiguiente predisposición a las alteraciones psicosomáticas. “Personas que parecen normales tienen un núcleo psicótico bajo su apariencia externa” (F. Navarro, 1985).
Será en las mujeres con una estructura de carácter neurótica donde el parto !en unas condiciones infraestructurales favorables! pueda realizarse sin grandes problemas y observamos: miedo a la expulsión del feto; dolores en las contracciones y el expulsivo !fruto de la tensión o bloqueo pélvico!; dolores de espalda durante el proceso del parto fruto de la hipertensión del cuello; impedimento en la respiración por la limitación diafragmática; cansancio y también momentos de placer: “durante la expulsión se pueden sentir corrientes genitales placenteras”12 (Silvert, 1955). Con el hijo generalmente se sentirá a gusto y con predisposición para su crianza. En estos casos “normales” el feto vivirá momentos de “frío” , contracción muscular de la zona cefálica y cervical, al tener que encoger excesivamente toda esa zona en el pasaje vaginal, junto a una cierta situación de alarma estresante, al tener que forzar su ritmo biológico para poder salir del útero. Pero, si no hay separación de la madre, no habrá graves repercusiones. Tan sólo una cierta impronta narcisista reactiva y una cierta predisposición simpaticotónica.
Asimismo, son los casos donde se ve confirmada la teoría de Freud, y otros autores aquí comentados, de que la angustia vivida será la referencia biológica en estados de angustia posteriores que el sujeto viva en su proceso de maduración libidinal. Será la primera reacción defensiva del sujeto, que le predispone a desarrollar un sistema defensivo estructural (carácter), con las particularidades y rasgos de desarrollo en base a las relaciones paterno familiares posteriores. Repetimos, siempre y cuando no haya habido en la vida intrauterina o en el maternage post-parto alteraciones funcionales.
APORTACIONES CLINICAS DE LA VEGETOTERAPIA
Con la metodología terapéutica de la Vegetoterapia caracteroanalítica facilitamos al paciente la posibilidad de experimentar y actualizar, a través de la abreacción neuromuscular, experiencias vitales impactantes en su biosistema que van más allá del momento de instauración del psiquismo en el niño13.
Y por ello, observamos que, tanto la vida intrauterina como el parto y maternage, sin tener una influencia directa sobre el aparato psíquico, sí que influyen !en algunos casos de manera determinante! en la disfuncionalidad patológica del niño y/o del adulto. Es, en el trabajo de desbloqueo de la coraza muscular del segmento ocular, cervical y diafragmático, cuando más directamente aparecen vestigios, manifestaciones vegetativas y expresiones emocionales en el paciente vinculadas al momento del parto. La elaboración de las mismas no evita, en la mayoría de los casos, la remisión de síntomas ni, por supuesto,
12 Sensaciones placenteras que no pueden asemejarse a las vividas en la relación genital y, menos aún, compararlas con ‘orgasmos’. Hay que distinguir entre el concepto de ‘acmé’ y el de ‘orgasmo’ siguiendo la terminología reichiana. Para más información consultar el libro de W. Reich, “La función del orgasmo”. Edit. Paidos, 1981.
13 Actualmente la Escuela Española de Terapia Reichiana (ES.TE.R.) está utilizando la audiopsicofonología como técnica de ayuda.
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alcanzar los objetivos de la terapéutica. Pero sí que facilita la labor de reestructuración caracterial y fortalecimiento yoico necesarios para el avance del proceso terapéutico. Teniendo en cuenta que las vivencias del paciente en las sesiones hay que situarlas dentro de otras coordenadas más amplias, sirvan de referencia algunas de las manifestaciones que en muchas ocasiones tienen que ver con la actualización de experiencias pre y perinatales.
Así, se dan momentos de fuerte angustia biológica, tetania muscular parcial sin hiperventilación, dolores de oído, de cabeza y miedo a la luz en el acting de la linterna, uso de posturas fetales espontáneas en momentos emocionales de terror vegetativo sin contenido psíquico y sin valor defensivo !tipo “catarsis histeriforme” (Serrano, 1984)!, acompañado la mayoría de las veces de actitudes transferenciales particulares y de material onírico referencial. Elaborando estos elementos surgen asociaciones14que, “racionalizadas”, permiten que el paciente las relacione con su nacimiento y vida pre o postnatal.
Hay que tener en cuenta además que “la medicina orgonterapéutica no ataca los recuerdos, sino el anclaje biofísico de las experiencias históricas; de esta forma trabaja con realidades de gran intensidad, no con sombras de recuerdos pasados… El factor que transforma la estructura humana de enferma en sana es la coordinación emocional bioenergética del organismo”(Reich, 1984 ,b).
Sirva de ilustración referencial el siguiente caso.
Inés, 34 años. En su diagnóstico mostraba una estructura de carácter borderline con copertura masoquista-narcisista. Vino a la consulta a consecuencia de su fuerte estado de ansiedad, confusión mental y agitación psicomotriz con insomnio, dolores de cabeza y anorgasmia. Algunos síntomas, acentuados últimamente por conflictos laborales y de relación con su marido. Tiene una niña de 8 años, nacida en parto con cesárea por un expulsivo inactivo.
En el proceso analítico durante el trabajo inicial con el primer segmento, después de unas 10 sesiones, concretamente realizando el acting de mirar el resplandor de la cápsula verde de una linterna fija, sentía agobio, la linterna le oprimía, le impedía respirar, sentirse cómoda, tenía dolor de cabeza y también, curiosamente, de oídos, sobre todo el izquierdo. Al proponerle que se dejara llevar por lo que su cuerpo le pedía adoptó la postura fetal y, temblando, dijo que tenía frío. Le coloqué la manta y mi mano en su oído libre. Empezó a sentirse reconfortada y relajada. “No me hubiera movido de esta posición” comentó. Durante algunas sesiones más, ocurrió un proceso similar. Al mismo tiempo empezó a decirme que yo no me ocupaba de ella, que no le hacía caso y que “para estar sola se quedaba en su casa”. Lo único que había cambiado es que había dejado de ponerle la mano en el oído durante el tiempo que estaba en posición fetal. Las siguientes sesiones no quería mirar la luz porque decía que le producía malestar y no quería sufrir. Seguía con sus reproches hacia mí. Le analicé la situación. Tuvo varios sueños ; en uno de ellos se “quedaba atrapada en una habitación que no se podían abrir las ventanas ni las puertas y en la que habían colocado una bomba”. En el análisis del sueño identificó a quien ponía la bomba como a su marido, que también tenía un parecido conmigo. La relación con su marido era de hija/madre y en la situación terapéutica conmigo reflejaba un comportamiento oral/insatisfecho (primitivo). Intuí que estábamos conectando con su experiencia de parto, como consecuencia del trabajo analítico con el primer segmento. Le
14 Junto a la abreacción neuromuscular siempre hay que integrar la experiencia de lo vivido en el ahora y aquí por medio de la verbalización.
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tapo con una manta y le pongo la mano en el oído. A continuación le masajeo fuertemente la cabeza, el cuello y la columna vertebral. Empezó a temblar no sólo de frío, sino de miedo. Los ojos y la frente estaban contraídos y la cabeza se le metía dentro del pecho. Continuando con el masaje le dije que conectara con la tensión de sus músculos, que viera de qué tenía miedo y le animé a relajar la garganta y a sacar la voz. Al poco tiempo empezó a llorar con un llanto fuerte y desesperante; le dije que podía salir, que me mirara, que yo estaba fuera de ella y le iba a ayudar. Le puse la linterna junto a mis ojos y, facilitándole la salida de la voz y el llanto, sin dejar de mirarme, fue tranquilizándose y entrando en calor, me cogió la mano y la abracé porque sentía una fuerte demanda de contacto epidérmico infantil. Estuvo así llorando algún tiempo abrazada a mí, calmándose. Esta experiencia la fuimos conectando con su comportamiento en las últimas sesiones y fue dándose cuenta del proceso: cada vez que la ponía a mirar la luz (el mundo), le estaba obligando a salir, a abrirse al exterior, al mundo luminoso. Le estaba “obligando” a repetir su experiencia de parto traumática y, para su memoria visceral (inconsciente) eso significaba sufrir. Cuando, además, no le permitía estar en el útero, al no ponerle las manos en los oídos en la posición fetal, se sentía sola y en conflicto, refugiándose en el despecho y en la autosuficiencia narcisista. Curiosamente, con su marido llevaba un juego similar a niveles cotidianos. Y en su historia clínica coincidían los hechos con lo vivido. Una madre neurótica, primípara en el parto de Inés, con miedo al parto, pariendo en casa con una comadrona sin mucha experiencia, con el marido ausente, en un parto que se prolonga hasta casi producir la asfixia en la niña y, para acabar, tienen que intervenir a la madre por el esfuerzo y la pérdida de sangre y se la llevan a la clínica. Inés se queda con la comadrona hasta que se reúne con su madre en la clínica. Estuvo dándole el pecho un año con destete forzado y con poca vivencia edípica consciente, por el autoritarismo del padre que le hace inaccesible.
Podían haber sido muchas las lecturas, pero la coincidencia del momento transferencial primitivo, de las reacciones vegetativas y sus respuestas corporales trabajando un segmento primitivo y una zona de bloqueo fundamental en su estructura, así como el material onírico15 y el que ocurriera en la primicia del trabajo terapéutico, me hizo encaminar el proceso a facilitar la reactivación de su experiencia del parto para recuperar su función.
Posteriormente la relación transferencial cambió. Seguía siendo una relación materna, pero empezó a vivir un fuerte momento depresivo pero colaborador, encontrando un sentido a su estado emocional. En su vida real !con tristeza! fue capaz de separarse del marido, pues era una situación insalvable y su carácter, poco a poco, se fue desprendiendo de esas defensas narcisistas primarias que le hacían estar a la defensiva con todo el mundo, al mismo tiempo que dejaba ese aspecto de necesitada. Después de 250 sesiones de Vegetoterapia, Inés se encuentra en la “fase final” del proceso terapéutico, trabajando los segmentos diafragma-pelvis. Nunca se han vuelto a repetir esas crisis vegetativas y corporales del principio de la terapia. Sus síntomas !entre los que se encontraban ciertas crisis de angustia y ansiedad, dolores de cabeza y anorgasmia! han desaparecido. En la relación de pareja actual se vive con bastante satisfacción sexual, siendo éste el factor que se está elaborando más en su momento terapéutico actual. Su
15 También tuvo un sueño en el que estaba embarazada y todo iba mal para el niño, el parto era malo. Posterirmente volvió a tener el mismo sueño, pero la experiencia era positiva.
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estructura de carácter se ha transformado, encotrándose actualmente en la fase histero- masoquista, previa a la genitalización de su carácter y con una clara transferencia edípica.
Sirva este ejemplo como material terapéutico referencial, relativo y parcial, pero que nos ayuda a “tomar el punto” y a situar las cosas en su lugar adecuado. La experiencia del parto puede ser positiva y favorecedora del proceso de autorregulación. Puede ser traumática y, en relación a la vida intrauterina y postnatal, tener una influencia más o menos determinante en el desarrollo estructural del sujeto. En estos últimos casos se debe utilizar la terapéutica para recuperar la función. Y el utilizar una perspectiva funcionalista- orgonómica puede ayudarnos en esta labor.
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