Dedicatoria a CRISTINA AZNAR
“Hay muy pocas personas en esta sociedad que crean en la importancia de
necesidades como la cercanía, el contacto, la presencia y el estar de los primeros años.”
Cristina Aznar
Este escrito se lo quiero dedicar a Cristina Aznar, pues ella puso el énfasis en la importancia de la relación de los p/madres con sus bebés, que es donde se presenta uno de los momentos más trascendentales de la vida de cada ser humano y de la humanidad entera. Para ese énfasis Cristina acuñó varios conceptos que toda relación saludable trae consigo; entre ellos destacaba una expresión clave: “presencia presente”. Lo repetía cada vez que veía peligrar el estar presente con presencia. Sobre todo, veíamos que se daba con frecuencia después del parto y las primeras semanas, ante tantas situaciones nuevas, inesperadas, creando alteración, precipitación, irritación, con descargas de estrés dolorosos y a veces insoportables. Es el momento en el que se producen las fugas cuando, sin darnos cuenta, decimos a nuestro bebé: “adáptate a mi porque yo no me puedo adaptarme a ti”. Es un encuentro en el que se registran y regulan los ritmos mutuos. Tenemos ante nosotros alguien que tiene toda una vida entera por vivir y, queramos o no, nuestra influencia quedará para siempre. Cristina le daba muchísima importancia a ese inicio de la relación mutua. Para Cristina era muy importante cuidar estos comienzos, buscaba respetar el ritmo del hijo-hija y no paraba hasta haber conseguido que fluían en su estar. Y si se presentaba cualquier dificultad importante, allí iba ella las veces que fueran necesarias, aunque estuvieran lejos.
La escucha
Un concepto muy elaborado por Cristina. Decía que no nos dábamos cuenta de qué manera tan sutil nos vamos de la escucha del bebé. La escucha no es que el bebé se adapte a nosotros, sino nosotros al bebé, teniendo en cuenta y observando sus peculiaridades. Cuando se presentaban dificultades en la relación madre-bebé, Cristina recomendaba estar en la cama los dos desnudos, “goxo goxo amatxokin” unas cinco horas cada día hasta que se regularan las necesidades y las satisfacciones. Veíamos los problemas que tenían muchas madres después de parir. Escuchar es ver cómo reacciona el bebé a la voz de la madre, si la mira o no cuando mama, cómo es su succión y su mirada, ya que es importantísimo que busquen a la madre tanto el ojo de un lado como el del otro. Aquí estamos hablando de la necesidad de tener en cuenta los dos ojos desde el primer día y de la enorme importancia que adquieren sus conexiones en el cerebro, porque son los organizadores en la jerarquía de los sentidos.
La madre es todo para el bebé y la accesibilidad (concepto a tratar con exclusividad) empieza ya desde el intraútero pero, según cómo se haya vivido el parto y las primeras semanas, puede acarrear dificultades, inseguridades, falta de confianza. Un ejemplo de lo que les pasa a muchas madres podemos verlo en la alimentación de sus bebés, cuando les dicen que no ganan el peso suficiente y que hay que darles ayuda, sin preguntar cómo lo están viviendo. No les ayudan a tener confianza en ellas mismas. No. Biberón para engordar y quitarse la preocupación, y que gane peso como sea. Cuántas luchas añadidas a cuenta de lo que les decían los pediatras. Cuántas madres hubieran desistido de recuperar la exclusividad de la teta. Cristina optaba esperar a que se relajara la madre, que confiara en ella misma. Cuando al final la madre se encontraba menos temerosa y conseguía mantener la teta sin necesitar el biberón, la alegría de la madre era inmensa. “Que fácil es -decía Cristina- aún hoy en día quitar la autoestima a la madre, en definitiva, quitar la confianza en ella misma. Cuando a un niñx le quitas la accesibilidad hacia la madre porque está deprimida, angustiada, cansada y no se le ayuda, ¿saben los profesionales y los propios p/madres lo que puede estar pasando en el cerebro de ese niñx?”
Los problemas de la escucha no se producen solo al principio de la vida. Para muestra un botón: los niñxs que son consideradxs como de “alta demanda”, los que tienen 18 meses, 2 años, 3 años. Cristina decía: “Pero, ¿por qué no piensan que es el niñx quien necesita que sean sus p/madres quienes se paren? Supone no entender y no ponerse en el lugar de los niñxs que están en procesos de desarrollo y de cambios tanto físicos como emocionales”.
En el momento justo en que los niñxs aumentan la demanda de la lactancia, muchos p/madres se enfrentan al hecho de que las madres duermen menos, tienen que irse a trabajar, no se pueden parar y atender, o no les dice nadie que deben parar. Y lo que ocurre entonces es que les piden a sus bebés que se adapten a su ritmo y no al revés.
Cuando nosotros nos encontrábamos con p/madres que presentaban este problema, Cristina les recomendaba que se pararan dos días, que no hicieran otra cosa que estar con los niñxs. Al mes siguiente volvían al grupo, les preguntábamos qué tal y te respondían: “¡ah, ya está olvidado!”. Lxs p/madres no se habían dado cuenta que las consecuencias de no atender la demanda provocaban irritación y precipitación en sus hijxs. Pero Cristina si. Cuando un niñx no para en ningún sitio, incordia, molesta y muerde a los demás, en opinión de Cristina, “aquí está pasando algo”. Ella se acercaba a la pareja y les hablaba. Generalmente es que estaban cansadxs o tenían un disgusto por cambios bruscos en el trabajo, conflictos de pareja, etc.
Cuando es el/la hijx quien tiene que adaptarse a los p/madres es evidente que se produce una alteración, acelerándose de tal manera que afecta al ritmo y al reflejo de la atención, tiene dificultades de escuchar a los otros y escucharse a sí mismo. El cuerpo del niñx se precipita, al no estar satisfecha su necesidad de madre no sabn parar para reposar, para recuperar su estar y continuar. Así ya estamos distorsionando la comunicación de ese ser humano con el mundo. El mundo no le entiende.
El ritmo del bebé
No todos los nacimientos son iguales. En algunos niños vemos que su ritmo respiratorio no termina de asentarse y, por lo tanto, el ritmo de actividad y descanso de su cuerpo no están instalados. En esos casos Cristina ayudaba a recuperarlos con masajes para liberar el estrés vivido y favorecer la expansión corporal, aprovechando que el bebé quiere estirarse. Es lo que enseñamos a los p/madres: a buscar toda la extensión corporal del bebé, recuperando su espacio interior y despertando sus sentidos en contacto con su madre, su padre y su entorno. Dejarlo a su suerte puede suponer no recuperar las funciones genéticas que traía y que queden mermadas o reducidas la participación activa de sus sentidos y funciones vitales en su estar y hacer cotidiano. Por eso Cristina era tajante: ahora, de recién nacidos, es cuando hay que actuar, es cuando están en juego esa escucha de la madre y la regulación del ritmo del bebé. Porque si añadimos a las complicaciones del ritmo vital del bebé las provocadas por la dificultad de escucha en la relación con los p/madres, las conexiones neuronales genéticamente dispuestas en el cerebro del bebé quedan mermadas.
La reciprocidad empática
En la actualidad se usa mucho la palabra “empatía”. Incluso la utilizan como algo positivo los bancos, como algo bueno para ti que estás necesitando, con un claro fin comercial.
Se nos dice que el mundo sería mejor con mayor dosis de empatía, con comprensión hacia los demás y con generosidad. Se dice también que la empatía es la capacidad que tenemos las personas para reconocer y comprender las emociones de los otros; es la facultad para percibir e incluso compartir la experiencia del otro. En palabras de Zak Ebrahim, “la empatía es más poderosa que el odio y nuestras vidas deben estar dedicadas a hacerlo viral.»
Cristina estaba de acuerdo pero remarcaba: “La empatía no se encuentra en unos contenedores, hay que cultivarla preparando bien el terreno”. Cristina se preguntaba: “¿por qué ahí donde debería crecer la empatía crece el odio?, ¿por qué no cuidamos su desarrollo en el tiempo y en la manera en la que se necesita que la cuiden?”.
Las bases de la reciprocidad empática se desarrollan en las primeras reacciones, en los primeros contactos. La empatía, en su origen, nos habla sobre una madre cuyo instinto le está llevando al contacto con el sentir del bebé. De ahí la importancia de la escucha, de la presencia presente. Cada bebé necesita a su madre y a su padre con una reciprocidad, a través del contacto y del cariño que despiertan en el bebé el interés y la motivación por el mundo. De esa manera va desplegando, por un lado, sus sentidos, conociendo y reconociendo el mundo interno que ha de autorregular y, por otro, el externo donde ha de adaptarse y desarrollar su vida. Va aprendiendo a confiar en quienes le proporcionan la atención necesaria para seguir creciendo y madurando a su ritmo. Así, la confianza consigo mismo y con los demás se irá prolongando en su entorno cercano primero, y luego en el más lejano, o sea en la sociedad.
Una reciprocidad mutua que, habiéndose iniciado desde el intraútero con intercambio de reacciones, sensaciones, impresiones, diálogos, etc., facilita enormemente el encuentro para estar con la escucha serena, con presencia presente, observando el ritmo peculiar de cada bebé una vez se produce el nacimiento. La reciprocidad empática supone estar en contacto mutuo, observando las reacciones del bebe, la expresión de su vitalidad, del despertar de sus sentidos en dependencia mutua, interactuando y acompañando su desarrollo en términos de crecimiento y maduración.
La función empática, como otras cualidades humanas, se aprende en la infancia. Así llegamos a otro concepto importante que escuchamos por primera vez a una embarazada que vino a nuestros grupos, cuando nos dijo: “lo que nos estáis diciendo es que hay que estar… para dejar ser…”.
Estar… para dejar ser
Nos miramos Cristina y yo y nos dijimos, “pues tiene razón”. Desde entonces escuché a Cristina esa frase muchas veces en los grupos de embarazo y de crianza. Esta expresión nos trae el nuevo amanecer de la crianza, un nuevo camino, un paso cualitativo donde se reconoce el enorme potencial que trae cada uno de los bebés que vienen al mundo.
Una crianza en la que los p/madres con su presencia presente proporcionan al bebé la oportunidad de desarrollar su ser desde su sentir, desde su fluir. Así se produce un cambio cualitativo, un modelo pedagógico revolucionario. Las criaturas, los bebés adquieren un estatus totalmente nuevo. Hay que dejarles ser pero, ¿cómo se consigue eso si los los p/madres de los nuevos p/madres no les han acompañado en su sentir y no han aprendido a estar para saber acompañar, a su vez, a sus hijxs?
Las situaciones de precariedad económica, emocional y mental sufrida por los p/madres de generaciones anteriores, las represiones que vivieron, les impidieron tener las oportunidades que nosotros sí tenemos ahora. Por eso es ahora cuando tenemos que trabajar para hacerlo posible.
A Cristina le preocupaba ver cómo muchos p/madres actuales en los grupos de embarazad@s venían muy poco informados sobre su propia historia personal, sobre cómo fue su parto, si hubo lactancia y durante cuánto tiempo… Vemos que tienen que empezar a ocuparse de ellas y ellos mismos. Al plantearles cómo piensan llevar a cabo la crianza hay quienes tienen pensado no repetir ciertas cosas vividas en su infancia, pero la mayoría ni se lo plantean, “¡si hemos llegado hasta aquí, nosotros también sabremos hacerlo!”.
Este sentimiento está muy extendido en la población y no saben parar para ver lo que ocurre después. ¿Y qué ocurre después? La realidad del después nos enseña otra cosa muy distinta: que se encuentran con situaciones inesperadas en momentos muy vulnerables para los tres, que requiere estar preparados, es decir, informados, sensibilizados y con criterios de anticipación para evitar las tragedias que se producen. Hay que ayudarles para que vean lo que hoy está pasando y evitar que sigan reproduciéndolo.
Decíamos que no conocen detalles sobre su propio nacimiento. Muchas madres no les dieron de mamar porque su médico, al ver que no ganaban suficiente peso, aconsejaba leche de fórmula; no se tenía paciencia y no se cuidaban esos momentos difíciles. Y además les decían que su leche no servía para el bebé, que era como agua y por eso no ganaba peso; les quitaban el pecho y les recomendaban pasar al biberón.
Ese estar de los p/madres es lo que hemos ido trabajando en Hazi Hezi durante muchos años. Ayudamos a que las parejas se paren y sientan lo que están viviendo en ese momento y lo que les viene. Y tanto Cristina como yo estamos muy orgullosos por ello.
Desde su sentir ven en qué momento madurativo está su bebé, cómo lo sienten. Hablan de sus preocupaciones y de sus miedos. De esa forma, están los dos al tanto de lo que necesitan el uno del otro en el parto, los dos son conscientes de las dificultades de cada uno y se apoyan mutuamente cuando llega el momento del “no puedo”.
Cuando nace el bebé, de la mejor manera que se ha podido, se ponen en marcha todos los medios para regularizar la relación madre-padre-bebé. A esto le llamamos preparar el terreno. De la misma manera que queremos plantar un árbol para que dé buenos frutos, cada día, ya antes de parir, hay que regar ese proceso con expresiones, impresiones, buenos deseos y crear así una buena atmósfera emocional. Tener un mayor conocimiento de lo que se les viene, aclarar las confusiones y estar preparados para saber lo que necesitan cada cual con respecto a sí mismo/a, a la pareja y a los dos en el acompañamiento del bebé. Los adultos tienen que saber dónde están para saber dejar ser al ser humano en desarrollo. Es aquí precisamente donde se instalan los vehículos del autoconocimiento, con esa presencia presente de la madre y su acompañante, cuando se despiertan los sentidos que están en pleno desarrollo, en estos momentos críticos de los primeros años. Es el momento óptimo del aprendizaje, el momento crítico de las conexiones neuronales, cuando se asientan las bases de lo que un día podrá ser un ser humano adulto capaz de saber estar bien consigo mismo y de saber ponerse en el lugar del otro y respetarlo, cultivando la interdependencia de forma creativa.
Esta orientación nos viene reforzada con la Ecología de los Sistemas Humanos desarrollada por Xavier Serrano. No puede haber una buena atmósfera emocional en casa si no se atiende a cada uno según sus necesidades. La pareja ha de prepararse antes de que venga el bebé, cada uno expresa al otro el tipo de ayuda que necesita en vez de exigir mediante reproches: pedir desde la humildad de lo que cada uno necesita porque todos tenemos nuestras carencias pero también nuestras fortalezas. Pero para llegar a eso en la pareja, la mayoría necesita realizar un trabajo previo.
No solo queremos que el bebé esté bien. Buscamos que estén bien todas las personas del sistema familiar. Y eso también ha sido revolucionario para nosotros, ocuparnos que cada uno esté bien consigo mismo y con los demás, cada cual desde su lugar. Desde ahí se despiertan las ganas porque se te reconoce. La ventaja de este tipo de preparación es que no se habla de ese lugar después del parto, sino antes, cuando todavía no sabes lo que va a pasar. Te dispones a hacer lo que haga falta para que salga todo lo mejor posible porque estás informado y sensibilizado sobre las dificultades en la pareja y sobre los periodos críticos del desarrollo en el bebé. Son situaciones de emociones muy intensas en muchas parejas, si no parten de ese apoyo mutuo, sienten que se rompen. Es lo que está pasando con muchas parejas jóvenes desde hace bastantes años en todo el mundo.
Otro aspecto que a Cristina le preocupaba mucho e hizo un esfuerzo enorme por mantener, eran los espacios para poder trabajar con las jóvenes parejas. Veíamos que asistían cada vez menos parejas a los grupos de preparación al parto y varias veces estuvimos a punto de cerrar. Paralelamente aumentaban los grupos de crianza después del parto porque es cuando se empieza a valorar ser acompañado con criterios de salud y de procesos madurativos. Se dan cuenta después pero, ¿cómo hacemos para que se den cuenta antes? Cada vez funcionaba menos el boca a boca y aunque Cristina hizo el esfuerzo de publicar la página web, no obteníamos resultados.
Estos espacios donde las parejas jóvenes puedan tener la oportunidad de organizarse y prepararse cuando deciden ser p/madres es lo que hoy falla. Es urgente ofrecérselos si queremos de verdad una sociedad con personas con menos malestar, más saludables y más responsables de las generaciones venideras. Hoy vemos que el odio está haciendo mucho daño y una parte importante para poder erradicarlo está en estos p/madres que quieren tener hijxs. Necesitan estar informados y sensibilizados de lo que tienen entre manos. Hoy tenemos herramientas para intentarlo. Cristina estaría muy feliz de sacar provecho de su trabajo realizado como una hormiguita durante toda su vida.
J. Ramon Mauduit
Psicólogo y psicoterapeuta especialista en «Ecología de los Sistemas Humanos»
Escuela Española de Terapia Reichiana